Miedo al futuro

No hay peor miedo que el que nosotros inventamos o imaginamos, no hay murallas tan insalvables como las que nosotros construimos con nuestra imaginación, no hay peor cárcel que la que construimos nosotros mismos con los recuerdos de nuestros fracasos y no hay peor sepultura como la que estamos fabricando dentro de nuestras murallas, vigiladas por nuestros miedos que nos acechan cuando queremos dar el paso al futuro, que se nos presenta incierto, inseguro, catastrófico y tenebroso a donde queremos llegar y descansar para dejar de huir de los recuerdos que nos  persiguen desde el pasado.

Llegado a este punto parece que no tenemos solución y solo pensamos en huir de nuestro destino,  algunos pasan huyendo toda su vida, están cansados de tanto caminar, de tanto buscar escondrijos, cansados de siempre escapar por el atajo más pronto, de sus enemigos que también son imaginarios, porque son creados con los restos vergonzosos de su pasado.

Otros han construido unas fortalezas infranqueables con sus resentimientos, odios, violencias y agresiones. Están escondidos  y listos para atacar a quienes se acercan aunque sea a  mirar su guarida. No permiten que nadie se acerque porque en el disfraz de soldado valiente que vigila su castillo, existe un ser inseguro, lleno de miedo, atrapado en su soledad y en su autoengaño  de paz y seguridad.

El miedo nos hace huir o nos hace escondernos, pero lo más desesperante es que nos paraliza, la huida se vuelve torpe e inútil, y el escondite cada vez más inseguro.

Hoy más que nunca necesitamos encontrar el verdadero refugio, donde el miedo no pueda entrar y aunque se acerquen miles de invasores no puedan penetrar para hacernos daño, dotándonos de confianza y seguridad. El ser humano está como está porque no quiere acercarse al refugio que abandonó un día cuando quiso vivir por su cuenta y riesgo, creyéndose capaz de gestionar su vida independientemente del  dueño de aquel refugio que ofrece verdadera paz y seguridad.

“¡No se turbe vuestro corazón; ni tengáis miedo, creéis en Dios, creed también en mí!

En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si no fuera así yo os lo hubiera dicho; porque voy a prepararos el lugar.

Y si yo fuere y os preparare el lugar, vendré otra vez, y os recibiré conmigo; para que donde yo estoy, vosotros también estéis.”

Jesucristo

 

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