No perdonar

Todos alguna vez nos hemos sentido muy mal por alguna ofensa que alguien nos ha hecho, posiblemente esto ha causado que nosotros guardemos un resentimiento hacia la persona que nos causó el agravio. Cuando ese sentimiento es guardado en nuestra memoria por mucho tiempo, aunque no nos demos cuenta se convierte en un impedimento para nuestro desarrollo personal. Algunas  personas que guardan ese resentimiento creen que alimentándolo cada vez, algún día, quien le ha ofendido pagará por su error. Muchos tienden a contar a otros todo ese daño que del que han sido objetos y por estar influenciados por el resentimiento empiezan a agrandar el daño, cayendo en el papel de víctimas inconsolables. Esta actitud equivocada, parece consolar a unos, exasperar a otros y satisfacer los deseos de “justicia” de quienes propagan la historia del agravio.
Una de las cosas que enseña Jesucristo es que debemos perdonarnos, cosa que decirlo es fácil y hacerlo muy difícil, según sea el dolor que sintamos en nuestro interior. La sanidad completa de nuestro corazón, no puede estar óptima sin este ingrediente del perdón. Y por ende nuestro crecimiento personal sufrirá traumas que no podremos romper si dejamos pasar el tiempo sin solucionar este tipo de conflictos. Dignos de admiración son aquellos quienes reciben una agresión y la dejan que pase a través de su vida, como si ellos fueran transparentes sin resistencia, algo así como fantasmas por los cuales todo les atraviesa sin hacerles el menor daño.  Pero quienes somos lo opuesto, nos cuesta mucho poder perdonar y necesitamos hacer morir un falso yo fabricado por nuestro egoísmo, o como dice la escritura: Hacer morir al viejo hombre que está viciado con sus pasiones y deseos. Algunas cosas que debemos saber porqué no podemos perdonar:
Queremos vivir en el pasado. Aunque decimos que vivimos el presente y nos proyectamos al futuro, al no perdonar estamos anclados  en el pasado, digamos lo que digamos.
Tenemos vicio de vivir como víctima. Nos gusta que nos consideren víctimas del destino, o de la vida o de los demás. Cuando dejemos ese papel se acabarán los motivos que tenemos para el rencor.
Nos gusta siempre tener la razón.  Si pudiéramos ver con imparcialidad las cosas, veríamos que nosotros también hicimos cosas para que se dieran las malas circunstancias. Pero como siempre tenemos la razón, no queremos reconocer que algo de razón debe tener nuestro agresor. Solo probemos, que en el momento que damos la razón al otro las cosas se calman y se evita una discusión. Si por evitar una pelea gorda tengo que darle la razón al otro no importa que él esté equivocado. Es mejor buscar la paz.
No amamos la paz.  Seguro que todos dirán yo sí que amo la paz. Los que no pueden perdonar no pueden sentir la paz verdadera. Nos va a ayudar mucho unos momentos de meditación diaria, unos momentos de conversación con Dios, la contemplación de la naturaleza, la escucha de música y si pueden ser alabanzas a Dios mejor, unos minutos de relajación.  Esto hará que podamos olvidar el pasado y vivir el presente, donde está todo lo que tenemos, todo lo que hay, porque es lo único que hay.
"Ganamos justicia más rápidamente si hacemos justicia a la parte contraria"       Mahatma Gandhi

No hay comentarios:

Publicar un comentario