Aprende sobre la Navidad Judía

No son luces de Navidad
No es una Navidad judía como creen algunos, esto lo aclaran los mismos judíos, que por supuesto no celebran Navidad.
De todas maneras, el pueblo judío conmemora una fiesta que se llama la fiesta de las luces o Januká, que coincide con el mes de Diciembre del calendario cristiano en el cual se celebra la Navidad. Esta tradición judaica se viene celebrando desde la época de los Macabeos y empezó en el año 165 A.C. Cuando los judíos se rebelaron contra el imperio dominante conformado por los griegos y los sirios y capitaneada por Mattityhu. en el 168A.C. El Januká es una segunda dedicación del culto por eso lo llaman exactamente, la re-dedicación. 
Llama la atención un relato milagroso en el que cuentan que para hacer la re-dedicación tenían, como era el rito, que encender el menorá (candelabro de siete brazos) un brazo por por día o sea una luz por cada día durante siete días. Pero solo encontraron aceite para un solo día. No había posibilidad de conseguirlo ya que en conseguir todo el aceite tardarían siete días más. Pero entre los que disputaban que a lo mejor se podía usar aceite impuro y los que no, decidieron usar lo único de aceite que tenían y duró para los sietes días. Este es uno de los milagros de los tantos narrados por el pueblo de Israel, además del milagro de haber obtenido la victoria de una revuelta que duró tres años sobre un pueblo sirio-griego que tenía un ejército respetable. Se ha constituido como un evento  de festividad de la nación por cuanto esa victoria significaba la supervivencia espiritual del pueblo judío, la victoria de la moralidad que enseña la Torá contra el paganismo de los pueblos edonistas, victoria entre la intolerancia y la tolerancia, entre la inmoralidad y la moralidad, la abominación y la limpieza, la exaltación del hombre y la aceptación del Dios Todopoderoso, la veneración del cuerpo y la elevación del alma, entre el placer físico por sí solo y el placer espiritual que eleva al físico, entre la verdad y la mentira, entre lo finito y lo infinito, entre la luz y la obscuridad, entre el Mesías y el anti-Mesías.  
Es una grata coincidencia que justo en este mes también se enciendan unas luces de Navidad entre los cristianos, aunque no piensen en lo mismo. Deberíamos, los que creemos en el regalo que nos vino del cielo, encender una luz cada día en nuestro corazón para hacer una re-dedicación del culto que merece nuestro Dios y tener por este medio una Feliz Navidad. 
Los milagros que se han hecho y nos han contado, no son solo relatos, o fábulas, ni tampoco son cosas del pasado, muchas son las personas que no siendo israelitas hemos viso y vivido algunos de ellos. NO, Dios no hace milagros para satisfacer nuestra curiosidad, no los hace para darnos gusto en nuestros caprichos. Los hace cuando mira el corazón sincero y cuando conforme a su voluntad tienen un propósito en nuestra vida. No es magia ni superstición, ni invocación de espíritus extraños. Es un acercarse al  Dios de la Torá,  en la quietud de su presencia más allá de nuestros propios pensamientos, más allá de una psicología barata llena de edonismo, más allá de creernos auto suficientes,  más allá de pensar que con nuestro adelanto científico y tecnológico lo henos alcanzado todo, más allá de creer en una o varias religiones inventadas por los hombres. Más allá de la magnificencia del Universo y más allá del inexpugnable microcosmos, Dios nos quiere dar no solo en estos días de establecidos para Navidad, sino siempre, una verdadera Feliz Navidad, por medio de su Hijo Yeshua.

"Porque un niño nos es nacido,  hijo nos es dado,  y el principado sobre su hombro;  y se llamará su nombre Admirable,  Consejero,  Dios Fuerte,  Padre Eterno,  Príncipe de Paz.
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite,  sobre el trono de David y sobre su reino,  disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre.  El celo de  Yahvé de los ejércitos hará esto"  Isaías 9:6-7





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