¿Te hace feliz tu trabajo?


Muchos que  quieren vender algo, especialmente un negocio por Internet, intentan convencernos de no somos felices en nuestro trabajo y que necesitamos comprar la información que ellos nos venden para alcanzar la felicidad y nuestra realización personal.
Esto lo dicen porque en verdad, nuestro trabajo es muchas veces aburrido, ganamos poco dinero, nos trata mal el jefe, nuestros compañeros son insoportables con sus “bromas”, y los comerciantes aprovechan esta situación para meternos en la cabeza de que si nos montamos un “negocio” por nuestra cuenta seremos felices, daremos una patada a nuestro jefe y comenzaremos a ganar mucho dinero. En la gran mayoría de los caso esto no es así, muchos han comprado los cursos pero no han podido vender absolutamente nada y terminan más infelices que antes y con la sensación de haber sido engañados.
¿Depende nuestra felicidad de nuestro trabajo? Diría que sí, y en gran manera. Pero es solamente una de las demás áreas. Si en un trabajo no nos sentimos realizados y no nos pagan lo suficiente pocas posibilidades tenemos de estar a gusto y decir que somos felices por más que queramos.
Algunos empresarios se han dado cuenta de esto y  un ejemplo cercano es el señor Diego Kirschenbaum que dice: “Trabajaba en una compañía reconocida, con una buena posición y tenía un salario acorde a mis funciones, pero no me sentía realizado, había algo que me faltaba. Y por eso decidí abrirme y armar mi propia consultora".
Kirschenbaum es un happyshifter, una nueva generación  de profesionales para los que la autorrealización, el buen ambiente en la oficina, el compañerismo la liberalidad y  comodidad importan mucho, pero mucho más que un salario abultado. Esta es una nueva tendencia de los nuevos profesionales, y lo que han descubierto es completamente cierto, pero que ya existía desde mucho antes.
El trabajo en los tiempos antiguos o primitivos era una realización personal, era un hobby más que una carga. Los grandes inventores, los grandes desarrolladores de sistemas, no eran ni son asalariados ni explotados.  No estaban ni están asinados en un enorme grupo de personas donde les controlan hasta si van al cuarto de baño durante su jornada. No existía la explotación inmisericorde que existe hoy en algunos trabajos, ni la rigidez de los horarios. De hecho cuando uno tiene un trabajo que le gusta, y donde tiene libertad de acción, seguro que trabaja con más alegría y el salario si no consiste en una limosna, el trabajador se sentirá menos infeliz.
Según un artículo del diario Expansión, "las ocupaciones que producen más satisfacción son las que implican un mayor grado de realización personal, y se basan, por tanto, en las actividades que aportan un alto valor. Aquí el dinero no tiene mucho que ver con la satisfacción en el trabajo".
Está claro que en el trabajo también podemos encontrar satisfacción y por tanto más felicidad. Si nuestro  trabajo nos aporta más amarguras que satisfacciones, por todos los medios deberíamos dejarlo por otro que nos aporte mejores condiciones. No importa que no sea inmediatamente ya que la situación que estamos viviendo no está para escoger, pero por lo menos necesitamos estar atentos para hacer un cambio.

En busca de la felicidad

El ser humano está buscando cada vez más implantar en su vida un concepto de felicidad que satisfaga su vacío, de hecho según algunos entendidos, la búsqueda de un sentimiento de satisfacción personal, ya no es cosa de gurús y consejeros sino que ha entrado de lleno en el ámbito científico. Es interesante saber que desde 2006 hasta la fecha se han escrito más de 27.000 artículos científicos sobre el tema de la felicidad. Se han creado proyectos, instituciones y revistas que tratan de analizar, establecer estadísticas, hacer estudios sobre el tema.
Según los estudiosos dicen haber llegado a conclusiones que llaman la atención por las respuestas que la gente da de sus ideas de la felicidad.
Por ejemplo han establecido dichas encuestas que:
Hay más felicidad en el altruismo que en el hedonismo.
En dormir más cada día que en comprarse un coche nuevo.
Superado un nivel mínimo de riqueza, dinero y felicidad se desacoplan, aunque la capacidad adquisitiva se multiplique, el sentimiento de bienestar apenas varía.
Los chicos que  tienen todas las videoconsolas  no son más felices de lo que eran los chicos de la época cuando estos artilugios no existían.
Aunque los antiguos tenían menos medios, los niveles de felicidad eran parecidos o mejores.
Se  ha detectado que cada uno de nosotros tiene una felicidad basal, dependiente de los propios genes, pero no por ello marcada a fuego. Es posible modificar siempre que se descubran las órdenes correctas
Después de años de observar, experimentar e investigar este tema, he llegado a la conclusión de que somos infelices porque buscamos la felicidad en los sitios menos indicados.
Buscamos la felicidad en circunstancias con las que soñamos, en eventos futuros llenos de logros que anhelamos, en personas con las cuales pensamos serán nuestra salvación o el consuelo para nuestras desdichas.
Todas estas cosas en las cuales pensamos encontrar felicidad son cosas inconstantes y cambiantes por tanto no pueden crear el verdadero sentido de felicidad que buscamos.
Solo seremos verdaderamente felices cuando volvamos a nuestro hogar, a donde pertenecemos, cuando hagamos caso a nuestra parte espiritual, que clama sin descanso y a veces hasta nos enferma por intentar comunicarnos que necesitamos  un acercamiento con nuestro Padre Celestial.
Solo Él nos puede ayudar a dejar la adicción al sufrimiento, a la depresión,  a la ira, a la negatividad, a la incredulidad, a la tristeza, al temor, al rencor. Esta adicción es como la adicción a cualquier droga. Y necesitamos fuerzas para dejarla. Vamos a encontrar esa fuerza cuando nos acerquemos al fuerte y valiente Consolador.
"Todos los que tengan sed,  vengan a beber agua;  los que no tengan dinero, vengan, consigan trigo de balde y coman;  consigan vino y leche sin pagar nada.
¿Por qué dar dinero a cambio de lo que no es pan?
 ¿Por qué dar su salario  por algo que no deja satisfecho?
 Óiganme bien y comerán buenos alimentos,  comerán cosas deliciosas.
Vengan a mí y pongan atención,  escúchenme y vivirán.
 Yo haré con ustedes una alianza eterna,  cumpliendo así las promesas que por amor hice a David.
Isa 55:1-3

Trabajo vocación y felicidad

Muchas veces se ha dicho que la actitud apropiada es la que nos trae la felicidad,  y no las condiciones externas, también se dice que ni siquiera la abundancia material trae la felicidad. Podríamos seguir  insistiendo más y más sobre esta idea, porque la podemos comprobar en nuestra propia  vida y a través de  la experiencia de mis miles de estudiantes y miles de investigadores que quieren una vida mejor. Dice un profesor  de psicología en la Universidad de Brasil.

Se cuentan por cientos o quizá por millones quienes hacen un  trabajo que no les realiza, un trabajo con el cual están agobiados y descontentos.  A muchas de estas personas sus padres les  impulsaron a tomar la decisión de seguir una  carrera que no les gusta o que por razones económicas pensaron que era la mejor. Seguramente evaluaron los pros y los contras, y pesó mucho en la decisión las mejores posibilidades de ganar más dinero. 
Casi siempre que converso con alguien, me cuentan que a ellos les gustaría otra profesión u oficio pero que con ello no se ganaría la vida y por eso tienen que pagar un precio muy alto por un salario bien remunerado.
Cuando en  la toma de decisiones para nuestro trabajo priman más unos intereses que no nos satisfacen, creyendo que con el dinero que ganemos acalleremos nuestra vocación, seguro que la decisión que tomemos estará equivocada y no seremos felices en nuestra labor porque si algo que no nos gusta lo tenemos que hacer por dinero.Esto será una carga muy pesada en nuestra espalda, y nos atará para desarrollar nuestra felicidad. 
cuando algo nos agrada lo hacemos con gran alegría y dedicación, además nos haremos expertos en nuestra labor y esto conducirá a que ganemos más dinero. por tanto siempre debemos intentar hacer primero lo que nos gusta y lo que es nuestra vocación nata. el dinero acabará llegando.

Equilibrio y felicidad

Estudios recientes  revelan que obsesionarnos por el sentimiento de felicidad nos hace menos creativos, asumir demasiados riesgos, y al final del todo, nos podemos sentir mucho más infelices que cuando empezamos. Esto nos hace pensar en que tener unas dosis mínimas de emociones negativas tienen un propósito en nuestra vida. Guardar un equilibrio emocional.

Se han escrito muchísimos libros con el objetivo de enseñarnos como alcanzar la felicidad, y en ellos no se ha tomado en consideración estos nuevos estudios, que demuestran que la “mucha felicidad” tiene su lado oscuro si la tomamos como única meta de nuestra vida. Según se lee en la revista Perspectives on Psychological Science. En la misma que se citan los estudios de la investigadora June Gruber.

Algunos sentimientos o emociones que están en nuestro interior,  cumplen un papel importante en nuestro diario vivir. Así el miedo por ejemplo nos ayuda a no tomar un riesgo innecesario, la culpa nos recuerda que debemos portarnos bien con los demás, o que debemos corregir cierta área de nuestra vida. Lo importante es que logremos poder  tener estos sentimientos, como los otros contrarios bajo control  para lograr un  equilibrio emocional. Además dice la investigadora citada anteriormente, que debemos dejar de preocuparnos tanto por la felicidad e invertir la energía en mantener los lazos sociales que tenemos con otras personas. El resto vendrá solo.

Se puede afirmar que en las experiencias que hemos tenido. Cuando más preocupados estamos por conseguir algo, ese algo tarda mucho en venir. Y cuando menos nos preocupamos por ello las cosas vienen con mayor facilidad. Por tanto centrémonos en lo que tenemos que hacer, sin obsesionarnos por los resultados,  los resultados se verán al final de nuestro esfuerzo.

La Infelicidad del ambicioso

Mucha de la insatisfacción se puede interpretar como una buena razón para superarnos y ser algo mejores. Pero cuando esta insatisfacción se convierte en una pervertida ambición, es decir nos volvemos insatisfechos compulsivos. Este descontrol nos pasará una cara factura con el paso de los años. Muchos quieren obtener victoria tras victoria, triunfo tras triunfo, quieren ganar batalla tras batalla, y a lo mejor sea sano pero cuando es una desmedida avaricia de tenerlo todo, al final terminamos más infelices de cuando empezamos la carrera.

La ambición no es un pecado si es moderada, porque todos tenemos ambiciones y sueños dentro de lo normal y lo correcto, pero si esa ambición es descontroladamente irreal, podemos hacer mucho daño a los demás y a nosotros mismos. Porque antepondremos buscar nuestro fin, y justificaremos los medios. El problema de algunos en la sociedad actual es que tienen una ambición desmedida de poder, de riqueza, de  disfrute, de tener cosas, tiempo de ocio, etc. Esta ambición desenfrenada y mal encaminada es lo que produce la infelicidad.

Porque en cuanto ha conseguido un primer logro, ya está pensando en el segundo y cuando tiene el segundo ya quiere el tercero. No se da tiempo para disfrutar de lo que ha logrado porque siempre estará trabajando con anticipación hacia la próxima meta.

Un clave muy buena y eficiente para que no nos suceda este fenómeno, es vivir el presente. De lo que se habla mucho en algunos sitios. Pero no vivir por vivir el presente, sino vivirlo desde nuestro interior cargándonos de conciencia, llenándonos de presencia en el lugar donde posamos la planta de nuestros pies. Inundando de plenitud y haciéndonos muy conscientes de lo que nos rodea. Una vez que somos muy conscientes de cuanto nos rodea, necesitamos, es una necesidad que disfrutemos de todo lo que hay. Del aire, del sol, de las montañas, de los árboles, de las flores, del rio, de nuestra casa, de nuestra cama, de nuestra comida, y porqué no de algún éxito logrado. Esto nos curará de nuestra infelicidad, porque cuando somos conscientes de que tenemos una buena cama para dormir nos acordamos de que muchos en el mundo no lo tienen, y nos puede hacer reflexionar en lo afortunados que somos. Y posiblemente seremos más sensibles para colaborar con aquellos menos favorecidos, y si nos movilizamos y tomamos acción, de seguro acabaremos con nuestra infelicidad.

Este es el día que ha hecho  el Señor: ¡estemos hoy contentos y felices!  Sal. 118:24