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El camino a la felicidad


Muchos espacios tanto en la radio como en la televisión  y en Internet nos dicen que la felicidad está en creer en uno mismo como el centro de todo. Es decir creer en el hombre como capaz de mejorarse a sí mismo y llegar a un estado de perfección o por lo menos llegar a un estado de vida satisfactorio.
No podemos negar que algunas terapias de control mental dan excelentes resultados, pues son muy buenas y están basadas en la capacidad que Dios ha puesto en el ser humano de poder controlar su mente al igual que tenemos capacidad para controlar el cuerpo. El Creador nos ha dado muchas capacidades, las cuales si las llegamos a dominar podemos sacar mucho provecho de ellas para bien. Tenemos que saber que somos capaces de hacer cosas buenas. Los adelantos en la medicina, los descubrimientos de leyes naturales, los inventos para comunicarnos, los medios de trasporte, las construcciones y todo el adelanto tecnológico son el resultado de la capacidad del hombre para investigar, analizar y crear. Por algo somos a imagen de Dios, si Él es creador nosotros también somos creadores y no podemos afirmar que esto es  malo.  Pero también tenemos que reconocer que somos capaces de hacer cosas malas, porque el mal está en nosotros. Muchos de los inventos se han hecho para matar y así como hemos evolucionado en cosas muy buenas, también hemos desarrollado armas y venenos fatales, seguramente comenzamos con el tirador de piedras y hemos llegado a las armas nucleares.

Dicen que el humanismo es de la época moderna, pero si somos honestos y avanzamos en la investigación, ya son miles de años que el hombre busca por sí mismo una solución definitiva para su problema creyendo en el hombre como tal. Algunos creen en sus líderes religiosos, otros en sus políticos, otros en sus economistas, otros en los hombres de ciencia, otros en los deportistas, otros en los artistas y algunos en sí mismos. Buscan ansiosamente llenar ese vacío de insatisfacción permanente con sus filosofías también vacías e insatisfechas porque ellos mismos están insatisfechos y son infelices, salvo muy escasas excepciones. El ser humano busca el amor, la paz, la prosperidad, la seguridad  y la salud. En definitiva, busca felicidad. Y no la encuentra porque está buscando donde no la hay. Pues todos los hombres estamos bajo pecado y como dice la escritura no hay ni siquiera uno y todos hemos fallado incluidos aquellos que se dicen enviados del mismo Dios. 

Sin embargo, hay un solo hombre que de verdad vino a la Tierra enviado por Dios, con muestras fehacientes, con palabras de vida, con argumentos que no le podían ni le pueden refutar los líderes religiosos, los políticos, artistas, filósofos, etc. Que vino a arreglar el verdadero problema de la humanidad; en Él podemos y debemos creer. Este Hijo del Hombre, el único que fue justo y perfecto, es Jesús de Nazareth. Él vino a liberar a los hombres de esa fuente de mal, a la que que Dios llama pecado, y que conduce a la muerte. Vino ha llenar el vacío de insatisfacción que tiene el corazón del ser humano.  Él, el Hijo de Dios, quien llevó sobre sí el castigo que merecían nuestros pecados, dio su vida por amor a nosotros. Resucitó de entre los muertos y hoy ofrece gratuitamente la liberación a todos los que quieran creer en él, pues es el único camino a Dios y el único camino a la felicidad.
Los otros profetas y líderes enseñan a pagar mal por mal, se meten en guerras, asesinan al pueblo, enseñan el odio y la venganza porque son líderes humanos. Algunos quieren acabar con los "infieles"  Ahora mismo tenemos la evidencia en los "hermanos musulmanes" que están destruyendo, quemando banderas  y matando gente por defender a su profeta Mahoma. Con pretexto de enseñarles los mandamientos de Alá sus imanes en las mezquitas les incitan al odio y a su yihad y a sus "guerras santas". Los líderes políticos actúan de forma parecida, utilizan al pueblo para externalizar su odio. Lo vemos en China donde supuestamente son prohibidas las manifestaciones, pero como se trata de un interés político esta última manifestación cuenta con el respaldo de las autoridades haciendo que repunte el odio  entre chinos y japoneses.
Pero las enseñanzas de Jesucristo no son de venganza, ni de odio, ni de aprovechar las posiciones de liderazgo. Nadie enseña a amar a su enemigo como enseña Jesús. Esa es una crucial diferencia entre las doctrinas humanas y la enseñanza divina algo que el hombre natural no puede alcanzar con filosofías, ni religiones, ni tratamientos. Dice el Señor en su palabra: "Puede ser que alguno se atreviera a dar su vida por alguien bueno, por alguien que merezca la pena. Pero Dios muestra su amor por nosotros, en que siendo pecadores y malos. Habiendo ofendido a Dios, Cristo murió por nosotros" En conclusión. No debemos creer en ningún hombre excepto en Jesucristo, el Hijo de Dios. Porque todos los demás hemos fallado y estamos bajo pecado. 


"Así ha dicho Yahvé: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de  del Señor. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Yahvé.  Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto" Jeremías 17: 5-8 



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El valor de nuestra vida

"No hay vidas pequeñas: cuando la miramos de cerca, toda vida es grande" 
Maurice Maeterlinck (dramaturgo y ensayista belga)

Cuando todos los días amanecemos bien de salud, podemos mirar el amanecer, la luz del sol, podemos respirar un día más. Parece que eso se vuelve rutina y tendemos a no darnos cuenta de lo que en realidad tenemos. Muchos días hay personas que dicen "otro día más" con un sentido de agobio por vivir. No nos ponemos a pensar que otros mejores que nosotros este día no amanecieron, están muertos, no han visto la luz de la mañana,  no pueden respirar ni ver las flores del camino, ni los árboles del bosque. Esos ya no están, nunca podrán hablar, con nadie, ni compartir sus ideas. 
Se dice que uno echa en falta lo que pierde. Alguna vez, conversando con una amiga cuyo esposo había muerto en un accidente de tráfico, me decía que cuando su esposo vivía ella era muy dura con él, que no le supo comprender, que daría todo lo que pudiera con tal de volver a verle llegar por las tardes de su trabajo, por tener el calor de su cuerpo en su lecho, por mirarle sentado a la mesa con sus hijos, por salir a pasear juntos una tarde. En verdad se sentía en ella  ese vació que su esposo dejó en su vida y estaba reconociendo los errores, por los cuales ahora  daría lo que fuera por repararlos. 
Pero el pasado es algo que no podemos repararlo, el pasado ha pasado ya, nunca más volverá a ser igual. Cuántos hemos soñado con poder retroceder en el tiempo para rectificar las decisiones mal tomadas, las acciones mal hechas. Hasta hemos hecho películas  que alguien viaja a su pasado y quiere rectificar sus actuaciones, pero cuando salimos de la función de cine, nos topamos otra vez con la realidad. 
Esta es la razón por la cual debemos aprovechar nuestra vida de la mejor manera posible. Vivir un presente continuo de la manera más acertada posible, para que las actuaciones de hoy que mañana serán nuestro pasado, no sean un lastre en nuestra vida. Si tenemos alguien a quien amar hagámoslo  de corazón y el momento oportuno, no esperemos a que pase el tiempo y se nos haya escapado su vida y nos toque llevar unas flores a su tumba porque en su vida nunca lo hicimos. En la tumba nuestro ser querido ya no podrá disfrutar de las flores que le llevemos, por más preciosas y fragantes que sean. Una sonrisa, un abrazo, un recuerdo, un buen deseo, una oración, una canción, un servicio, un favor. Eso hay que hacerlo cuando la oportunidad nos permite sin dejarla pasar. Entonces seremos felices hoy y nuestro pasado será también verdaderamente feliz. Lo único que podemos modificar es este instante. Ve y disfruta de este momento que te da Dios. Disfrútalo con quienes más quieres, con quienes están a tu lado. Mañana no sabemos si podremos contarlo, el ayer ha quedado sepultado para siempre y se perderá en el olvido con el paso de los años.

"Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven y que aún no han llegado los tiempos difíciles; ya vendrán años en que digas: "No me trae ningún placer vivirlos."
Hazlo ahora, cuando aún no se apaga la luz del sol, de la luna y de las estrellas, y cuando aún hay nubes después de la lluvia. 
Llegará un día en que tiemblen los guardianes del palacio y se doblen los valientes; quedarán tan pocas molineras, que dejarán de moler; las que miran por las ventanas, comenzarán a perder la vista. 
Cuando llegue ese día, se cerrarán las puertas que dan a la calle; el ruido del molino se irá apagando; las aves dejarán oír su canto, pero las canciones dejarán de oírse; la altura causará miedo, y en el camino habrá peligros. 
 El almendro comenzará a florecer,  la langosta resultará una carga  y la alcaparra no servirá para nada. 
Pues el hombre va a su hogar eterno,  y en la calle se escucha ya  a los que lloran su muerte.
Acuérdate de tu Creador ahora que aún no se ha roto el cordón de plata ni se ha hecho pedazos la olla de oro; ahora que aún no se ha roto el cántaro a la orilla de la fuente ni se ha hecho pedazos la polea del pozo.Después de eso el polvo volverá a la tierra, como antes fue, y el espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio" 
Ecleciastés 12:1-7
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¿Por qué no soy feliz?

Muchos de nosotros hemos pasado muchos sufrimientos y pérdidas, hemos tenido grandes dolores en el cuerpo, en el alma y ha traspasado a lo profundo de nuestro corazón. Cuando este sufrimiento ha sido muy constante y profundo nos sentimos afectados emocionalmente y esto hace que nuestro dolor sea una queja constante. Nos dedicamos a contar nuestras penas a todos nuestros allegados cogemos como paño de lágrimas a nuestros amigos más queridos. Pero esta actitud sin que nosotros seamos conscientes nos ha hecho  y nos hace mucho más daño que aquellas desdichas que hemos pasado. Sin saberlo estamos añadiendo más dolor a nuestra vida, esta actitud nos hace más sensibles, más sentimentales, nos arrastra hacia un vicio de queja y melancolía. Y si la actitud la repetimos por mucho tiempo, se hará crónica en nuestro diario vivir de lo cual es muy difícil salir.
Una conocida señora, tenía un esposo muy bueno por lo que ella le amaba con locura. En realidad hay gente con ese talante de paciencia y calidad humana, son pocos, pero sí los hay. De pronto este señor enfermó con una enfermedad degenerativa que le duró cinco largos años y falleció. Un hombre que no tenía ningún vicio, amante del deporte, como repito bueno, mejor que muchos de nosotros.
Esta lamentable pérdida hirió con un resentimiento muy grande a nuestra amiga, quien siempre repetía la misma canción. ¿Por qué Dios se ha llevado lo que más quería en esta vida? ¿Por qué me pasa esto a mí?  ¿Por qué tengo tan mala suerte? Y su angustia y desesperación se volvían cada vez más preocupantes.
 Según su médico le aconsejaba que cambiase de actitud, que volviera a reír, que se distrajera, que saliera a alguna reunión social y que a lo mejor encontraría una pareja para ella que le haga olvidar lo pasado. Solo de ponerse en el lugar  de la víctima nos llena el cuerpo de pavor y desesperación. ¿Se puede pedir a alguien así que sonría? ¿Qué olvide su pasado con facilidad? Hay algunos que no podemos hacer eso ni estando en mejores condiciones.
Una cosa debemos aprender. Hay un Dios en los cielos que gobierna todo el Universo y que todas las cosas pasan bajo su conocimiento. Nosotros debemos ocuparnos unos momentos de nuestra vida en investigar cuál es su voluntad para nosotros en la Tierra. Cómo podemos vivir una vida agradable a Él.  Cuando aprendamos algo de lo que Dios quiere de nosotros, aprenderemos que no debemos poner nuestros ojos y nuestra confianza absoluta en ningún ser humano por más venerable que éste sea. Nadie ni nada  debe ocupar el lugar de Dios en nuestro corazón. Todo, todo, aquello en que nosotros pongamos nuestra esperanza es perecedero. Nada hemos traído a este mundo y nada vamos a poder sacarlo de aquí. Todas estas cosas de las que hoy disfrutamos no deben constituir nuestra fortaleza. Estos pasajes de la escritura deberían estar siempre en nuestro corazón y en nuestra mente para acordarnos.
El Señor dice:
 "Maldito aquel que aparta de mí su corazón,  que pone su confianza en los hombres  y en ellos busca apoyo.
Será como la zarza del desierto,  que nunca recibe cuidados: que crece entre las piedras,  en tierras de sal, donde nadie vive.
"Pero bendito el hombre que confía en mí, que pone en mí su esperanza.
Será como un árbol plantado  a la orilla de un río, que extiende sus raíces hacia la corriente  y no teme cuando llegan los calores,  pues su follaje está siempre frondoso.
 En tiempo de sequía no se inquieta,  y nunca deja de dar fruto.
"Nada hay tan engañoso y perverso  como el corazón humano.
 ¿Quién es capaz de comprenderlo?
Yo, el Señor, que investigo el corazón  y conozco a fondo los sentimientos;  que doy a cada cual lo que se merece, de acuerdo con sus acciones."
Jeremías 17:5-10 versión popular

El perdón y la misericordia

Hay algo que tiene de particular la biblia con respecto a otros libros considerados sagrados para otras religiones. Esto es el perdón y la misericordia de parte de Dios. Según la palabra de Dios, los seres humanos hemos cometido muchos errores, cosa que es muy evidente. De hecho hay quienes dicen que uno de los derechos humanos es el derecho a equivocarnos. Estos errores han hecho una separación entre nosotros y Dios porque aunque Dios ama al pecador no ama el pecado.
Viendo que el ser humano no podía cambiar por sí mismo y no podía o no quería acercarse a Dios, Él se acercó a nosotros y nos vio en nuestros errores, nos vio que no podíamos salir del problema en que nos habíamos metido. Entonces optó por acercarse y tener misericordia. 
Impresiona mucho unos pasajes que nos ha recordado una sierva de Dios en unos mensajes recientes. El primero está en Ezequiel 16 y el segundo en Oseas 2. Si pueden leerlos que bien les va a hacer. Hace una alegoría de un matrimonio la relación de Dios con su pueblo. En el primer pasaje nos dice que la novia era inmunda y no era de un buen linaje, pero que Dios pasó por allí y la vio y la limpió, la adornó con vestidos lujosos, la alimentó  con aceite y vino, la adornó con joyas y se formalizó el matrimonio. Pero ella se prostituyó, se hizo adúltera y se fue con muchos amantes. En el segundo pasaje nos muestra como Dios a pesar de haberle traicionado su pueblo, en medio de su castigo en el desierto lo va a buscar y lo vuelve a enamorar y lo quiere perdonar y lo hace olvidar de su pecado. Esto hay que entenderlo en la misma alegoría que hacen dichos pasajes. Es decir en el matrimonio.
¿Seríamos capaces de ir a buscar a nuestra pareja cuando nos ha traicionado y volverla a enamorar y amarla y perdonarla y olvidar su infamia? Algunos a lo mejor a su pareja sí. ¿Pero seríamos capaces de buscar a quienes nos ha ofendido, que no es nuestra pareja y sentir compasión y misericordia y perdonar sus ofensas? Muchos casos de estos suceden en los matrimonios y terminan en asesinatos. Algunos hombres aún teniendo ellos la culpa de una separación, no son capaces de aceptarlo y matan a sus parejas. Esta es la gran diferencia entre las religiones y la enseñanza que nos trajo Jesucristo. Que aunque nosotros hemos estado lejos de Dios, practicando  pecados, desobedeciendo a Dios. Dios se manifiesta  a través de Jesucristo y nos viene a buscar, nos quiere limpiar de nuestras inmundicias y nos quiere perdonar, nos quiere hacer olvidar nuestros errores y transgresiones, porque Él ya lo ha olvidado. Solo necesitamos decir sí a su perdón, sí a su redención, sí a su amor. Cuando uno primeramente recibe ese perdón de parte de Dios, está más capacitado para perdonar a los demás. Ya no se queda solo en el lado del receptor de perdón y misericordia, sino que también siente que debe ser misericordioso y perdonador.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores. Cristo murió por nosotros. Ro. 5:8

¿Te hace feliz tu trabajo?


Muchos que  quieren vender algo, especialmente un negocio por Internet, intentan convencernos de no somos felices en nuestro trabajo y que necesitamos comprar la información que ellos nos venden para alcanzar la felicidad y nuestra realización personal.
Esto lo dicen porque en verdad, nuestro trabajo es muchas veces aburrido, ganamos poco dinero, nos trata mal el jefe, nuestros compañeros son insoportables con sus “bromas”, y los comerciantes aprovechan esta situación para meternos en la cabeza de que si nos montamos un “negocio” por nuestra cuenta seremos felices, daremos una patada a nuestro jefe y comenzaremos a ganar mucho dinero. En la gran mayoría de los caso esto no es así, muchos han comprado los cursos pero no han podido vender absolutamente nada y terminan más infelices que antes y con la sensación de haber sido engañados.
¿Depende nuestra felicidad de nuestro trabajo? Diría que sí, y en gran manera. Pero es solamente una de las demás áreas. Si en un trabajo no nos sentimos realizados y no nos pagan lo suficiente pocas posibilidades tenemos de estar a gusto y decir que somos felices por más que queramos.
Algunos empresarios se han dado cuenta de esto y  un ejemplo cercano es el señor Diego Kirschenbaum que dice: “Trabajaba en una compañía reconocida, con una buena posición y tenía un salario acorde a mis funciones, pero no me sentía realizado, había algo que me faltaba. Y por eso decidí abrirme y armar mi propia consultora".
Kirschenbaum es un happyshifter, una nueva generación  de profesionales para los que la autorrealización, el buen ambiente en la oficina, el compañerismo la liberalidad y  comodidad importan mucho, pero mucho más que un salario abultado. Esta es una nueva tendencia de los nuevos profesionales, y lo que han descubierto es completamente cierto, pero que ya existía desde mucho antes.
El trabajo en los tiempos antiguos o primitivos era una realización personal, era un hobby más que una carga. Los grandes inventores, los grandes desarrolladores de sistemas, no eran ni son asalariados ni explotados.  No estaban ni están asinados en un enorme grupo de personas donde les controlan hasta si van al cuarto de baño durante su jornada. No existía la explotación inmisericorde que existe hoy en algunos trabajos, ni la rigidez de los horarios. De hecho cuando uno tiene un trabajo que le gusta, y donde tiene libertad de acción, seguro que trabaja con más alegría y el salario si no consiste en una limosna, el trabajador se sentirá menos infeliz.
Según un artículo del diario Expansión, "las ocupaciones que producen más satisfacción son las que implican un mayor grado de realización personal, y se basan, por tanto, en las actividades que aportan un alto valor. Aquí el dinero no tiene mucho que ver con la satisfacción en el trabajo".
Está claro que en el trabajo también podemos encontrar satisfacción y por tanto más felicidad. Si nuestro  trabajo nos aporta más amarguras que satisfacciones, por todos los medios deberíamos dejarlo por otro que nos aporte mejores condiciones. No importa que no sea inmediatamente ya que la situación que estamos viviendo no está para escoger, pero por lo menos necesitamos estar atentos para hacer un cambio.

Consejos mayores

Nuestros mayores se caracterizaban por sus consejos. Siempre que nos acercábamos a una persona mayor, era típico escuchar sus consejos acompañados de refranes llenos de sabiduría popular. Con el tiempo los jóvenes nos fuimos cansando de tanta “letanía” porque pensábamos que los viejos estaban equivocados. Que ellos no han vivido lo que nosotros estábamos viviendo ese momento y sus consejos nos resultaban obsoletos y fuera de onda.

No sé si por nostalgia o por experiencia, ahora que los que fuimos jóvenes somos mayores nos vemos en la necesidad de aconsejar a nuestros jóvenes, para que no cometan errores en su vida de los cuales tengan que arrepentirse por largo tiempo, la historia se repite pero de manera exponencial, es decir que los jóvenes de hoy no solo no quieren ningún consejo, sino que muchos responden de manera violenta. Han perdido lo que nosotros llamábamos respeto y lo único que les vale es su propio razonamiento. La vida se les ha facilitado de tal manera que todo les parece fácil  y desechable. Como diría un mayor de antaño. “Este no ha pasado hambre”

En algún momento de nuestra vida todos necesitamos consejos, por algo nos decían que “Quien oye un buen consejo, nunca llegará a viejo” dicho de otra manera “Tendrá una vejez feliz y satisfactoria”

Lo que si hay que distinguir también es el tipo de consejo que recibimos, aunque nuestros jóvenes dicen no necesitar consejo, sí lo están recibiendo de parte de sus amigos. Pero los mejores consejos siempre vendrán de parte de sus padres. Y para los que tienen el privilegio de conocer el consejo de la biblia, seguro que tienen el mejor consejo. Solo hace falta leer el libro de los Proverbios.

“Hijo mío,  no te olvides de mi Ley,   y que tu corazón guarde mis mandamientos, porque muchos días y años de vida   y de paz te aumentarán.

Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad: Átalas a tu cuello,   escríbelas en la tabla de tu corazón y hallarás gracia y buena opinión  ante los ojos de Dios y de los hombres”

Prov. 3:  1-4

Un consejo desde Japón

 

El gran ejemplo que nos está dando el pueblo japonés es digno de alabar, pero dicho más concretamente, digno de ser imitado por nuestros pueblos donde siempre buscamos responsables y exigimos indemnizaciones. Y no quiero escandalizar en comparaciones pero los saqueos y los robos que se dieron en América del Sur, en el mismo caso del movimiento telúrico, son un lastre de una cultura insana, elaborada como el consejo del más listo, que está pronto para aprovechar la primera oportunidad que se presenta aunque sea la tragedia del vecino. ¿Y qué importa que sea nuestro hermano?  Luego nos quejamos de los políticos. Sin darnos cuenta que ellos son el reflejo de nuestra sociedad. Como decían nuestros mayores: “Como son los padres son los hijos”

Después de los desastres naturales a los japoneses les ha tocado vivir el escape de la radiación, lo que nos ha hecho recordar la catástrofe de hace más de veinte años en Chernóbil, en 1986, donde se dice que han muerto unas 25.000 personas de las que trabajaron en las labores de rescate. Sin embargo y sabiendo lo que les espera se han presentado voluntariamente130 trabajadores de las centrales, para tratar de enfriar los reactores.

Nuestras sociedades llenas de consejos, consejeros, tertulianos, sabios y sabiondos todavía, estamos lejos de alcanzar la estatura ética de lo que tanto proclamamos ser. Japón no nos da consejos, nos da ejemplo con sus hechos.

 

Hermoso consejo

¿Cuántos amigos tienes? ¿Existe la verdadera amistad?

Cuando era niño mi abuela me decía: "Los amigos de verdad los puedes contar con los dedos de la mano" Con el paso de los años me he dado cuenta cuanta razón tenía aquella sabia mujer. Solo existen muy pocos. Siempre hay algo de interés por detrás de la amistad. Es muy raro un amigo que se interese por nosotros, con un corazón sincero y desinteresado. Los amigos verdaderos son aquellos que vienen a verte cuando tú lo estás pasando mal sin que los hayas llamado, y comparten como suyos tus dolores, aflicciones y penas. Pero necesitan ser llamados para que vengan a ti,  cuando tienes alegrías, triunfos, logros y festejos.

A veces me pregunto. ¿Porqué somos tan interesados solo en nosotros mismos? ¿Por qué queremos solo para nosotros y para nosotros?. Aunque no lo decimos con la boca, lo decimos en nuestro interior:  "Quiero que me ayuden, quiero que me escuchen, quiero que me acepten, quiero ser amado, quiero ser comprendido, quiero, quiero, quiero..." Primero, yo. Segundo ,yo. Tercero, yo. Cuarto , yo. etc.

Estos "quiero". Nos hacen pensar que así obtendremos la felicidad. En otras palabras, decimos que cuando nos quieran o cuando nos den, o cuando nos amen,  seremos felices.

Soy admirador profundo de un hombre que tuvo algunos amigos, pero no eran ellos los que daban, era él. Convivió con ellos hasta su muerte y siempre estaba dando y dando, su servicio, su amistad, su entrega, su abnegación. Un día le tomaron preso por unas calumnias. En aquella época no se respetaban los derechos humanos y le metieron una paliza hasta destrozarle su piel y desfigurarle su rostro. Todos sus amigos excepto uno, se escondieron y le dejaron solo. Aquél que no había huido, seguía la  escena de cerca pero un poco camuflado entre la gente.  De pronto una de las personas le reconoció  y dijo: ¡Éste también andaba con el detenido! A lo que respondió: ¡No lo  conozco!. ¡No sé de qué estáis hablando! Así algunas veces. El detenido, lo miró y no lo delató, porque sabía que si detenían a su amigo le iban a hacer lo mismo que le habían hecho a él. Hay muchas anécdotas  más de este gran hombre, quien es autor de una hermoso e incomprensible consejo: "Es más feliz aquél que da, que quien recibe" Digo hermoso, porque en sí me gusta. Digo incomprensible porque  escasos seres humanos han llegado a sentir felicidad en su corazón, cuando han hecho algo bueno por sus semejantes. Diríamos que uno de sus muchísimos consejos es muy hermoso en su filosofía pero muy difícil de practicarlo. Normalmente cuando damos siempre pensamos en cuanto recibiremos a cambio, si somos honestos  no podemos olvidar lo que hemos dado, y lo andamos publicando para que los demás vean que somos espectaculares. Mas el consejo de este admirado Señor dice que demos sin que sepa nuestra mano izquierda lo que ha hecho nuestra derecha.

Un día una conocida familia estaba pasando unos momentos muy duros por un problema familiar, se derrumbaron en su fe y se vinieron abajo. De sus amigos cercanos ninguno se acercó para darles ánimo, los que más hicieron solo llamaron por teléfono. Pero una amiga de la familia que vivía a cuatrocientos ochenta kilómetros, en cuanto se enteró del problema, vino hasta su casa, pasó con ellos unos días, les animó, les consoló, les acompañó literalmente en su dolor, les aconsejó lo que mejor pudo y como todo lo bueno acaba pronto tuvo que partir hacia los suyos, pero dejó un recuerdo imborrable en el corazón de esta familia. Aunque parece que vivimos en un mundo tan egoísta, todavía quedan verdaderos amigos, seres humanos que nos conmueven y que queremos seguir su ejemplo.

Unos de los muchos  consejos sabios sobre la amistad dados por el mismo Señor del consejo hermoso:

Ama a tu prójimo como a ti mismo. Mateo 22:39

En todo tiempo ama el amigo,  Y es como un hermano en tiempo de angustia. Proverbios 17:17