¿Tienes miedo? Cuando éramos niños nos contaron un cuento que se llamaba “Juan sin miedo” pues ese era el nombre del personaje del cuento que se caracterizaba por su arrojo y valentía. Entre los innumerables conceptos del temor, podemos decir que es una reacción fisiológica que nos ayuda a protegernos de los peligros a los que estamos expuestos en nuestro diario vivir.
Pero el temor o el miedo experimentado como una emoción, es peligroso y altamente destructivo para nuestra vida, porque cuando es emocional experimentamos un temor por algo incierto, es decir por algo imaginario generalmente relacionado con el futuro.
Dicen los que practican la meditación trascendental, que la solución está en hacer visualizaciones del problema imaginario que nos afecta, y cuando lo tengamos visualizado pedir al cosmos, que nos ayude a dar una salida adecuada, y una vez que hemos pedido al cosmos. Visualizar que el problema se soluciona de acuerdo a lo que nosotros creemos que debe solucionarse, o de acuerdo a lo que el cosmos nos haya guiado.
Algunos sicólogos dicen que uno debe investigarse a uno mismo en lo profundo de su ser para encontrar el motivo verdadero de su temor, y que cuando lo descubramos vamos a poder enfrentarnos a él y cuando lo enfrentemos con valor éste desaparecerá. Para esto requiere que sembremos semillas de valentía en nuestro interior. O sea que la solución está en uno mismo no en una fuente externa.
Según parece que el hombre en busca de soluciones, quiere reemplazar a Dios, ya sea con el cosmos o ya sea con su propio ser. Sin embargo quienes tenemos el privilegio de creerle a Dios. No solo creer en Dios, sino creerle a Dios. Encontramos la solución a nuestro miedos en la seguridad y confianza que Él nos ofrece.
Un amigo incrédulo en Dios se burlaba de otro que era creyente. Le decía que es un miedoso porque tiene miedo a Dios y ese miedo era lo que le hacía seguirle. El miedo a Dios o como la escritura lo dice “temor” se debería traducir correctamente como respeto y reverencia para obedecer sus preceptos, los cuales no son gravosos. Desde luego que nuestra generación, no tiene ese temor de Dios, pero tiene un pánico desmesurado a la pobreza, a las crisis económicas, a la soledad, a las guerras, al desempleo, a las enfermedades, a la muerte y aun innumerable etc. Añadiendo que es un miedo imaginario, ya que en cuanto miran por la televisión que hay una nueva enfermedad ellos "ya la tienen" o están a punto de contraerla. Y aunque nuestra generación se auto denomina atea, esos miedos son sus dioses. Unos dioses despiadados que los llevan a la depresión, la angustia, la desilusión, la miseria y la pobreza.
“No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.” Isaías 8:12-13
“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” 1Juasn 4:18
La felicidad es un estado no una circunstancia. Se puede alcanzar mejor armonía con terapias naturales, sin drogas. Se puede vivir mejor con lo que Dios ha provisto en nuestra vida. Mejorar nuestra situación de vida conociendo nuestra parte espiritual. Arreglarnos el corazón. Vencer el miedo, la angustia y la depresión. Solo necesitamos proponernos y tomar acción.
El miedo de nuestra generación
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