La felicidad es un estado no una circunstancia. Se puede alcanzar mejor armonía con terapias naturales, sin drogas. Se puede vivir mejor con lo que Dios ha provisto en nuestra vida. Mejorar nuestra situación de vida conociendo nuestra parte espiritual. Arreglarnos el corazón. Vencer el miedo, la angustia y la depresión. Solo necesitamos proponernos y tomar acción.
Un consejo desde Japón
El gran ejemplo que nos está dando el pueblo japonés es digno de alabar, pero dicho más concretamente, digno de ser imitado por nuestros pueblos donde siempre buscamos responsables y exigimos indemnizaciones. Y no quiero escandalizar en comparaciones pero los saqueos y los robos que se dieron en América del Sur, en el mismo caso del movimiento telúrico, son un lastre de una cultura insana, elaborada como el consejo del más listo, que está pronto para aprovechar la primera oportunidad que se presenta aunque sea la tragedia del vecino. ¿Y qué importa que sea nuestro hermano? Luego nos quejamos de los políticos. Sin darnos cuenta que ellos son el reflejo de nuestra sociedad. Como decían nuestros mayores: “Como son los padres son los hijos”
Después de los desastres naturales a los japoneses les ha tocado vivir el escape de la radiación, lo que nos ha hecho recordar la catástrofe de hace más de veinte años en Chernóbil, en 1986, donde se dice que han muerto unas 25.000 personas de las que trabajaron en las labores de rescate. Sin embargo y sabiendo lo que les espera se han presentado voluntariamente130 trabajadores de las centrales, para tratar de enfriar los reactores.
Nuestras sociedades llenas de consejos, consejeros, tertulianos, sabios y sabiondos todavía, estamos lejos de alcanzar la estatura ética de lo que tanto proclamamos ser. Japón no nos da consejos, nos da ejemplo con sus hechos.
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