Antes de casarnos, cuando somos novios, normalmente la relación de pareja es muy bonita, por no decirlo hermosa. Hay una cierta compenetración de sentimientos y parece que nuestra media naranja es lo mejor que tenemos a nuestro lado. Para nuestra sorpresa, cuando ya llegamos a la convivencia, aparecen cosas que no habíamos visto de nuestra pareja, y cosas muy desagradables que estropean aquel ambiente de paz, amor, ternura y cordialidad. Esto hace que perdamos el romanticismo y nos desanima a cultivar el amor, que tanto bien nos hacía en el noviazgo.
Necesario es que cuando somos novios, nos hagamos la idea de lo que nos cuentan los casados. Que no nos dejemos nublar por el sentimiento y la emoción fuerte en aquel momento. La historia, la experiencia, las vivencias de muchos matrimonios nos deben ayudar a comprender que siempre habrá conflictos en la convivencia. Lo tenemos que tener muy claro. No pensar “Esto a mí no me pasará”. Si pasa con muchos casos seguro que nos pasará a nosotros. Somos humanos llenos de errores y muy difíciles de ceder en nuestros razonamientos. Los principios que tenemos de acuerdo a nuestra crianza son inviolables y no cedemos ni por todo el oro del mundo. Somos dos seres totalmente distintos, dos familias con costumbres distintas. Esas diferencias tienen que rozar para poder ser limadas y en esos roces van a haber conflictos. Estos conflictos, aunque no lo creamos son necesarios para medir y establecer los límites de nuestra convivencia. Una vez establecidos los límites, nuestra relación debe basarse en la comunicación, la cesión de derechos y el cumplimiento de obligaciones. Es decir lo que cada uno está dispuesto a dar y lo que está dispuesto a recibir. Siempre dentro del respeto, la confianza y la empatía. Algunos principios que debemos tomar en consideración.
Jamás intentar cambiar a la pareja. Podemos ayudarla a mejorar ciertos aspectos, pero nunca pensar que debemos cambiarla a nuestro antojo. Es muy necesario amarla tal cual es.
Compartir con la pareja cosas aunque a ti no te gusten. A los hombres les gustan los deportes y a las mujeres las tiendas de ropa, por decir un ejemplo. La mujer debe hacer un esfuerzo por aprender algo de fútbol y el hombre aprender algo de la moda. Compartir con la pareja es involucrarse en la actividad que a ella le gusta, aún a sabiendas que a ti no te gusta.
Tomar decisiones juntos. Muchas veces pensamos que como es una cosa pequeña no tiene importancia, pero es necesario que en las cosas por más pequeñas que sean se tome en consideración la opinión de la otra parte.
Basar siempre la relación de pareja en la comunicación, sin perder el respeto, la confianza y la sinceridad. El conjunto de estas acciones nos dará como resultado una pareja feliz en su convivencia. Tomando muy en cuenta que todo depende de nosotros mismos. Es decir de cuanto empeño pongamos desde el principio, para hacer de nuestra convivencia más placentera.
Muchas parejas se desaniman de cultivar el amor con que todo empezó. Esto se debe a que el amor verdadero requiere de mucho trabajo para conservarlo. No nos dejemos llevar por el amor que nos presentan las novelas de la televisión.
“En todo caso, que cada uno de ustedes ame a su esposa como así mismo, y que la esposa respete al esposo.” Efesios 5:33
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