Hermoso consejo

¿Cuántos amigos tienes? ¿Existe la verdadera amistad?

Cuando era niño mi abuela me decía: "Los amigos de verdad los puedes contar con los dedos de la mano" Con el paso de los años me he dado cuenta cuanta razón tenía aquella sabia mujer. Solo existen muy pocos. Siempre hay algo de interés por detrás de la amistad. Es muy raro un amigo que se interese por nosotros, con un corazón sincero y desinteresado. Los amigos verdaderos son aquellos que vienen a verte cuando tú lo estás pasando mal sin que los hayas llamado, y comparten como suyos tus dolores, aflicciones y penas. Pero necesitan ser llamados para que vengan a ti,  cuando tienes alegrías, triunfos, logros y festejos.

A veces me pregunto. ¿Porqué somos tan interesados solo en nosotros mismos? ¿Por qué queremos solo para nosotros y para nosotros?. Aunque no lo decimos con la boca, lo decimos en nuestro interior:  "Quiero que me ayuden, quiero que me escuchen, quiero que me acepten, quiero ser amado, quiero ser comprendido, quiero, quiero, quiero..." Primero, yo. Segundo ,yo. Tercero, yo. Cuarto , yo. etc.

Estos "quiero". Nos hacen pensar que así obtendremos la felicidad. En otras palabras, decimos que cuando nos quieran o cuando nos den, o cuando nos amen,  seremos felices.

Soy admirador profundo de un hombre que tuvo algunos amigos, pero no eran ellos los que daban, era él. Convivió con ellos hasta su muerte y siempre estaba dando y dando, su servicio, su amistad, su entrega, su abnegación. Un día le tomaron preso por unas calumnias. En aquella época no se respetaban los derechos humanos y le metieron una paliza hasta destrozarle su piel y desfigurarle su rostro. Todos sus amigos excepto uno, se escondieron y le dejaron solo. Aquél que no había huido, seguía la  escena de cerca pero un poco camuflado entre la gente.  De pronto una de las personas le reconoció  y dijo: ¡Éste también andaba con el detenido! A lo que respondió: ¡No lo  conozco!. ¡No sé de qué estáis hablando! Así algunas veces. El detenido, lo miró y no lo delató, porque sabía que si detenían a su amigo le iban a hacer lo mismo que le habían hecho a él. Hay muchas anécdotas  más de este gran hombre, quien es autor de una hermoso e incomprensible consejo: "Es más feliz aquél que da, que quien recibe" Digo hermoso, porque en sí me gusta. Digo incomprensible porque  escasos seres humanos han llegado a sentir felicidad en su corazón, cuando han hecho algo bueno por sus semejantes. Diríamos que uno de sus muchísimos consejos es muy hermoso en su filosofía pero muy difícil de practicarlo. Normalmente cuando damos siempre pensamos en cuanto recibiremos a cambio, si somos honestos  no podemos olvidar lo que hemos dado, y lo andamos publicando para que los demás vean que somos espectaculares. Mas el consejo de este admirado Señor dice que demos sin que sepa nuestra mano izquierda lo que ha hecho nuestra derecha.

Un día una conocida familia estaba pasando unos momentos muy duros por un problema familiar, se derrumbaron en su fe y se vinieron abajo. De sus amigos cercanos ninguno se acercó para darles ánimo, los que más hicieron solo llamaron por teléfono. Pero una amiga de la familia que vivía a cuatrocientos ochenta kilómetros, en cuanto se enteró del problema, vino hasta su casa, pasó con ellos unos días, les animó, les consoló, les acompañó literalmente en su dolor, les aconsejó lo que mejor pudo y como todo lo bueno acaba pronto tuvo que partir hacia los suyos, pero dejó un recuerdo imborrable en el corazón de esta familia. Aunque parece que vivimos en un mundo tan egoísta, todavía quedan verdaderos amigos, seres humanos que nos conmueven y que queremos seguir su ejemplo.

Unos de los muchos  consejos sabios sobre la amistad dados por el mismo Señor del consejo hermoso:

Ama a tu prójimo como a ti mismo. Mateo 22:39

En todo tiempo ama el amigo,  Y es como un hermano en tiempo de angustia. Proverbios 17:17

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