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El valor de nuestra vida

"No hay vidas pequeñas: cuando la miramos de cerca, toda vida es grande" 
Maurice Maeterlinck (dramaturgo y ensayista belga)

Cuando todos los días amanecemos bien de salud, podemos mirar el amanecer, la luz del sol, podemos respirar un día más. Parece que eso se vuelve rutina y tendemos a no darnos cuenta de lo que en realidad tenemos. Muchos días hay personas que dicen "otro día más" con un sentido de agobio por vivir. No nos ponemos a pensar que otros mejores que nosotros este día no amanecieron, están muertos, no han visto la luz de la mañana,  no pueden respirar ni ver las flores del camino, ni los árboles del bosque. Esos ya no están, nunca podrán hablar, con nadie, ni compartir sus ideas. 
Se dice que uno echa en falta lo que pierde. Alguna vez, conversando con una amiga cuyo esposo había muerto en un accidente de tráfico, me decía que cuando su esposo vivía ella era muy dura con él, que no le supo comprender, que daría todo lo que pudiera con tal de volver a verle llegar por las tardes de su trabajo, por tener el calor de su cuerpo en su lecho, por mirarle sentado a la mesa con sus hijos, por salir a pasear juntos una tarde. En verdad se sentía en ella  ese vació que su esposo dejó en su vida y estaba reconociendo los errores, por los cuales ahora  daría lo que fuera por repararlos. 
Pero el pasado es algo que no podemos repararlo, el pasado ha pasado ya, nunca más volverá a ser igual. Cuántos hemos soñado con poder retroceder en el tiempo para rectificar las decisiones mal tomadas, las acciones mal hechas. Hasta hemos hecho películas  que alguien viaja a su pasado y quiere rectificar sus actuaciones, pero cuando salimos de la función de cine, nos topamos otra vez con la realidad. 
Esta es la razón por la cual debemos aprovechar nuestra vida de la mejor manera posible. Vivir un presente continuo de la manera más acertada posible, para que las actuaciones de hoy que mañana serán nuestro pasado, no sean un lastre en nuestra vida. Si tenemos alguien a quien amar hagámoslo  de corazón y el momento oportuno, no esperemos a que pase el tiempo y se nos haya escapado su vida y nos toque llevar unas flores a su tumba porque en su vida nunca lo hicimos. En la tumba nuestro ser querido ya no podrá disfrutar de las flores que le llevemos, por más preciosas y fragantes que sean. Una sonrisa, un abrazo, un recuerdo, un buen deseo, una oración, una canción, un servicio, un favor. Eso hay que hacerlo cuando la oportunidad nos permite sin dejarla pasar. Entonces seremos felices hoy y nuestro pasado será también verdaderamente feliz. Lo único que podemos modificar es este instante. Ve y disfruta de este momento que te da Dios. Disfrútalo con quienes más quieres, con quienes están a tu lado. Mañana no sabemos si podremos contarlo, el ayer ha quedado sepultado para siempre y se perderá en el olvido con el paso de los años.

"Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven y que aún no han llegado los tiempos difíciles; ya vendrán años en que digas: "No me trae ningún placer vivirlos."
Hazlo ahora, cuando aún no se apaga la luz del sol, de la luna y de las estrellas, y cuando aún hay nubes después de la lluvia. 
Llegará un día en que tiemblen los guardianes del palacio y se doblen los valientes; quedarán tan pocas molineras, que dejarán de moler; las que miran por las ventanas, comenzarán a perder la vista. 
Cuando llegue ese día, se cerrarán las puertas que dan a la calle; el ruido del molino se irá apagando; las aves dejarán oír su canto, pero las canciones dejarán de oírse; la altura causará miedo, y en el camino habrá peligros. 
 El almendro comenzará a florecer,  la langosta resultará una carga  y la alcaparra no servirá para nada. 
Pues el hombre va a su hogar eterno,  y en la calle se escucha ya  a los que lloran su muerte.
Acuérdate de tu Creador ahora que aún no se ha roto el cordón de plata ni se ha hecho pedazos la olla de oro; ahora que aún no se ha roto el cántaro a la orilla de la fuente ni se ha hecho pedazos la polea del pozo.Después de eso el polvo volverá a la tierra, como antes fue, y el espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio" 
Ecleciastés 12:1-7
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El derecho a ser feliz

Nosotros lo seres humanos, que habitamos el planeta tierra, somos únicos, somos maravillosos, somos extraordinarios, nada en la tierra ni fuera de ella se puede comparar con la raza humana. El ser Supremo del Universo nos ha provisto de todo en la tierra, los recursos que existen son muy grandes. Dice Wattles que podríamos construir una casa muy grande para cada familia de la tierra con solo los materiales de construcción que existen en los EE.UU. También dice que el derecho de una persona a la vida significa su derecho a tener el uso libre e ilimitado de todas las cosas que sean necesarias para su total desarrollo mental, espiritual y físico, o en otras palabras su derecho a ser feliz.
En la parte espiritual nacemos con unas características muy especiales cada uno o como otros los llaman dones o capacidades con las cuales nosotros podemos alcanzar lo que nos propongamos. El ser humano es el causante de la prosperidad el mundo, hemos inventado muchas cosas que nos sirven y utilizamos como herramientas en nuestro diario vivir, desde una simple olla para cocer los alimentos hasta los sofisticados programas de ordenador con los cuales nos comunicamos, obtenemos información, interactuamos en tiempo real con personas en sitios muy lejos de nosotros, cosas que antes eran de ciencia ficción.
Sin embargo también somos frágiles en nuestras creencias y faltos de cordura para darnos cuenta de lo que tenemos. Queremos escapar de lo que nos rodea  proyectándonos a un futuro que consideramos feliz. Pero nadie puede ser feliz en el futuro, nadie puede ser feliz en el pasado solo se puede ser feliz aquí y ahora en el presente, donde tenemos todo lo que hay, todo lo que existe de verdad. Porque el futuro y el pasado son ilusorios, ningunos de los dos existen solo existe el momento presente. Y en este momento presente es donde podemos alcanzar la verdadera felicidad. Si el ser humano tiene un corazón agradecido para dar gracias a Dios por lo que tiene hoy, por ese trabajo, que tanto odia, pero que muchos quisieran tenerlo, por esa esposa o esposo que le resulta pesado de soportar pero que muchos quisieran tenerlo, por esa madre que te aburre con su cantaleta pero que los que no la tienen la quieren tener.
Queremos lo que no tenemos y no queremos lo que tenemos. Es una paradoja de la vida planteada por nuestra mente que nos crea un falso yo infeliz e insatisfecho.
¿Cómo ser feliz? Se pregunta la gente. Lo primero que deberíamos hacer,  es no hacer caso a lo que nos dice nuestra mente a través del falso yo infeliz. Nuestro deber como seres humanos es ser honestos con nosotros mismos, reconocer que estamos rodeados de excelentes condiciones y capacidades para ser felices y hacer felices a quienes nos rodean. Tener un sentimiento de gratitud por lo que tenemos  y a medida que comprendamos y entendamos cómo funciona el rompecabezas de la vida, ir actuando de acuerdo a nuestros dones natos. Entonces todo cambiará a nuestro favor y entraremos en armonía con el universo para que podamos alcanzar nuestra prosperidad y la meta que nos hemos trazado.
Quiero dejarte también estos  pensamientos:
“El descubrimiento más grandioso de mi generación es que los seres humanos pueden alterar sus vidas al cambiar las actitudes de sus mentes. “
– William James

Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús
1 Tes. 5:18

Miedo al futuro

No hay peor miedo que el que nosotros inventamos o imaginamos, no hay murallas tan insalvables como las que nosotros construimos con nuestra imaginación, no hay peor cárcel que la que construimos nosotros mismos con los recuerdos de nuestros fracasos y no hay peor sepultura como la que estamos fabricando dentro de nuestras murallas, vigiladas por nuestros miedos que nos acechan cuando queremos dar el paso al futuro, que se nos presenta incierto, inseguro, catastrófico y tenebroso a donde queremos llegar y descansar para dejar de huir de los recuerdos que nos  persiguen desde el pasado.

Llegado a este punto parece que no tenemos solución y solo pensamos en huir de nuestro destino,  algunos pasan huyendo toda su vida, están cansados de tanto caminar, de tanto buscar escondrijos, cansados de siempre escapar por el atajo más pronto, de sus enemigos que también son imaginarios, porque son creados con los restos vergonzosos de su pasado.

Otros han construido unas fortalezas infranqueables con sus resentimientos, odios, violencias y agresiones. Están escondidos  y listos para atacar a quienes se acercan aunque sea a  mirar su guarida. No permiten que nadie se acerque porque en el disfraz de soldado valiente que vigila su castillo, existe un ser inseguro, lleno de miedo, atrapado en su soledad y en su autoengaño  de paz y seguridad.

El miedo nos hace huir o nos hace escondernos, pero lo más desesperante es que nos paraliza, la huida se vuelve torpe e inútil, y el escondite cada vez más inseguro.

Hoy más que nunca necesitamos encontrar el verdadero refugio, donde el miedo no pueda entrar y aunque se acerquen miles de invasores no puedan penetrar para hacernos daño, dotándonos de confianza y seguridad. El ser humano está como está porque no quiere acercarse al refugio que abandonó un día cuando quiso vivir por su cuenta y riesgo, creyéndose capaz de gestionar su vida independientemente del  dueño de aquel refugio que ofrece verdadera paz y seguridad.

“¡No se turbe vuestro corazón; ni tengáis miedo, creéis en Dios, creed también en mí!

En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si no fuera así yo os lo hubiera dicho; porque voy a prepararos el lugar.

Y si yo fuere y os preparare el lugar, vendré otra vez, y os recibiré conmigo; para que donde yo estoy, vosotros también estéis.”

Jesucristo