Aunque muchos han usado este cuento para escenificar algún problema, quisiera compartir con los lectores, la misma analogía para nuestros problemas del diario vivir. Con lo cual uno puede mejorar su predisposición para ser feliz.
CAPERUCITA, LA ABUELA Y EL LOBO DECIDEN PONER FIN A SUS CONFLICTOS.
“Cansados de tanto desequilibrio, estos tres personajes deciden poner fin a sus problemas y solucionarlos definitivamente.
Tanto es así que caperucita prometió nunca más caminar por oscuros bosques y entretenerse con las flores y los pájaros, para no tentar a lobos que se esconden y devoran niñas. La abuela decidió comprar un departamento en la ciudad donde habían vecinos, médicos, transporte y tiendas. Prometió nunca más dejar entrar a desconocidos en su casa para que no tenga que llevarse sorpresas desagradables. También contrató a una asistenta para que su nieta no tenga que andar largos caminos llevando comida y correr muchos peligros atravesando las bosques.
Por último el Lobo decidió que no era su oficio el meterse en camas ajenas usando disfraces para comerse niñas extraviadas y devorar abuelas y engañar a la gente tratando de acomodar su ronca voz. Desde ahora quería ser él mismo. Sin disfraces. Cazar conejos, correr libremente por el bosque, aullar a todo pulmón anunciando su presencia en las lunas llenas y mantener unida a su manada usando toda su valentía e inteligencia. Ser feliz con su misma realidad y dejarse de cuentos”
Según la OMS, para el año 2020 la angustia y la depresión serán la segunda causa de discapacidad en el mundo. La angustia y la depresión son todo lo contrario de la felicidad. Pero para curarnos necesitamos reconocer nuestro problema. Admitir que no somos felices con nuestra situación, que al igual que el lobo del cuento andamos disfrazados y en el fondo de nuestra alma existe un desconsuelo, una angustia que ahoga nuestro respirar.
Anhelamos cambiar, soñamos con despertar a un mundo mejor pero cuando vemos la realidad que nos rodea sentimos que la vida no tiene sentido. Odiamos a menudo lo que hacemos porque lo hacemos por obligación, hemos perdido el entusiasmo y la alegría.
Aunque vivir en realidad no cuesta tanto, estamos metidos en muchos compromisos y conflictos y éstos no nos dejan en paz, porque nunca imaginamos que nos pudieran derrumbar las cosas que en principio parecían que nos iban a dar felicidad.
Si tan solo pudiéramos quitarnos ese disfraz y reconocer con valentía que necesitamos ayuda. Pero nos da vergüenza decir lo que sentimos, tenemos miedo a cambiar, hay algo que nos impide y lo vamos postergando.
Es importante que arreglemos los problemas, no es necesario que los contemos a todo el mundo, pero sí que necesitamos afrontarlos con valentía y poner fin a esta situación que por cierto está minando nuestro yo interior. Necesitamos tener el coraje de aceptar que nuestra felicidad y nuestros sueños no los hemos alcanzado, que algunas decisiones y compromisos que hemos adquirido han sido erróneos, y que a lo mejor hay cosas que hemos hecho para satisfacer los deseos de los demás en manera desmedida y los sueños que teníamos cuando éramos más jóvenes han quedado pisoteados por el inclemente paso del tiempo que nos hemos tomado en postergarlos. No hay alivio más grande que comenzar a ser lo que uno es.
"Una persona feliz no es una persona en determinadas circunstancias, sino una persona con determinadas actitudes." — Hugh Downs
La felicidad es un estado no una circunstancia. Se puede alcanzar mejor armonía con terapias naturales, sin drogas. Se puede vivir mejor con lo que Dios ha provisto en nuestra vida. Mejorar nuestra situación de vida conociendo nuestra parte espiritual. Arreglarnos el corazón. Vencer el miedo, la angustia y la depresión. Solo necesitamos proponernos y tomar acción.
Ser feliz aquí, y ahora
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