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Felicidad para el Nuevo Año

Felicidad para el año nuevo
Estamos en los primeros días del año y a veces cansa escuchar que este año va a ser peor que el que el anterior, sin sopesar que nuestras palabras tienen poder. 
Para demostrar esta afirmación te invito a hacer un ejercicio mental: 
Para hacerlo mejor, cierra los ojos. Imagina que estás de pie en la cocina de tu casa, coge un limón de la nevera. Con la otra mano coge un cuchillo para que puedas cortar el limón. Siente el frío del limón en tu mano. Observa su aspecto exterior, su cáscara de color amarillo intenso, Apriétalo un poco y siente su firmeza y su peso. Ahora acerca el limón a la nariz y huélelo. Es un olor inconfundible ¿verdad? Ahora corta el limón por la mitad y huélelo de nuevo. El olor es más intenso. Por último, muérdelo de tal manera que el jugo entre a tu boca. Siente su sabor. 
Tampoco hay nada que tenga el sabor de un limón, ¿no es cierto? 
Al llegar a este punto, si has usado bien tu imaginación, tu boca tiene que estar llena de saliva, o como se dice vulgarmente, se te habrá hecho agua la boca. 
¿Qué significa todo esto? 
Estas "simples palabras" activaron tus glándulas salivales. Las palabras ni siquiera reflejaron una realidad, sino algo que TU IMAGINASTE. Si has hecho bien el ejercicio, claro. 
Cuando leíste o escuchaste este ejercicio y pusiste la imaginación a funcionar, las palabras acerca del limón, le estabas diciendo a tu cerebro que tenías un limón, que lo probabas, lo saboreabas, etc. aunque en realidad no había ningún limón. 
Tu cerebro lo tomó en serio y le dijo a tus glándulas salivales: "Fulano, está mordiendo un limón. Rápido, enjuaguen la boca." 
Entonces las glándulas obedecieron e hicieron el trabajo de producir saliva para inundar la boca y así eliminar el fuerte ácido del limón imaginario. 
La mayor parte de nosotros sabemos con certeza que las palabras que usamos reflejan significados y que lo que significan puede ser bueno o malo, cierto o falso, poderoso o débil. Esto es verdad, pero no lo es todo. Las palabras van más allá de su significado. Las palabras reflejan nuestra realidad y además tienen el poder de crear esa realidad. Lo hemos experimentado con el limón y el flujo de la saliva. Nuestro cerebro no es solamente un mero intérprete de nuestras intenciones. Nuestro cerebro recibe información y la acumula, y como está a cargo del control de nuestro cuerpo, si le decimos algo como: "Ahora estoy saboreando o comiendo un limón", empieza a funcionar y actúa con una respuesta predeterminada. 
El ejercicio que hicimos recién era un ejercicio neutral, físicamente no nos aportó beneficio ni perjuicio. Pero las palabras que empleamos a diario y las repetimos como autómatas sí que pueden provocarnos beneficios o daños. 
Desde niños aprendimos de nuestros mayores a ser negativos, no nacemos negativos, hemos aprendido a ser pesimistas y nos hemos auto programado sin darnos cuenta y seguimos en el mismo juego, repitiendo y repitiendo palabras y frases negativas. 
Esta repetición negativa constante apaga nuestro apetito por la vida porque en la repetición hay poder para programar, o mejor dicho la repetición constante es la clave para la programación automática y al ser constantes en nuestras afirmaciones negativas, tenemos como consecuencia unas vidas negativas de nuestra propia creación. 
¿Te das cuenta? 
¿Cómo reaccionará nuestro cerebro si cuando alguien nos pregunta, "cómo estás?" nosotros respondemos... 
"No me puedo quejar", "Ahí andamos", "Más o menos", "Viviendo por no ser soberbio" 
¿De qué manera responde nuestro cerebro ante todas las actitudes deprimentes que venimos repitiendo con frecuencia? 
 "Resulta un tormento lavar los platos" "La presencia de tal persona no lo soporto" "Todo me sale mal" "Es un gran dolor de cabeza pagar las cuentas" "Me enferma este clima" "Soy un fracaso" y cosas por el estilo. Recordemos que el cerebro es un intérprete literal y tiene capacidad de crear realidades y entornos. Dice: 
"Este tipo está pidiendo un dolor de cabeza. Muy bien, hay que darle un dolor de cabeza."  "Este otro quiere que le salgan mal todas las cosas" Intentaremos hacerlo.
 Desde luego que, cada vez que decimos que algo nos provoca dolor, no surge un dolor de inmediato. Porque el estado natural del cuerpo es la buena salud, y todos sus procesos están preparados para mantener la salud. No obstante, si machacamos sus defensas lo suficiente en forma verbal, al final, acaba por producir las mismas enfermedades o situaciones  que le ordenamos incesantemente. ¿Entiendes el ENORME poder que TENEMOS EN NUESTRAS MANOS? 
¿Vas a prestar más atención a lo que dices? ¿especialmente lo que te dices a TI MISMO? Además hay, dos cosas que agregan más PODER a las palabras que utilizamos: nuestro nivel mental y el grado de participación emocional en lo que decimos. Si decimos:
 "¡Dios mío, eso duele!", con una profunda convicción, le ofrecemos un cálido recibimiento al dolor en nuestra vida. 
 Si decimos "¡Aquí no consigo que se haga nada!", con mucha vehemencia, la frase se convierte en una realidad que añade una validez efectiva al sentimiento. 
Para quienes conocen las técnicas y los procedimientos, sin embargo no pueden aplicar con éxito, para quienes se sienten defraudados consigo mismos. Hay una fórmula que no falla y es, confiar y poner en manos del Señor nuestros propósitos, pero con el propósito de hacerlo.Todos, absolutamente todos los problemas que nos puedan sobrevenir no son desconocidos por Dios y Él mismo es quien nos ha dotado de capacidades y fortalezas para vivir una vida sana y feliz. El nuevo año que empezamos por muchos deseos de paz, felicidad y amor que los demás nos envíen serán de poca influencia si nosotros no cambiamos nuestra actitud nuestro nivel mental, nuestra convicción, nuestros hábitos nocivos y sobre todo nuestras frases. Los demás nos desean lo mejor, con toda su buena voluntad, puede ser que por quedar bien con nosotros, o podría ser por tradición o por lo que sea. Pero tenemos que recordar este año y los que vienen, que  Dios nos ha dotado de poder por medio de la palabra, por medio de la mente y por medio de un cuerpo saludable. Pero somos nosotros los responsables de nuestra vida, y no es fácil dejar los malos hábitos de queja, de inseguridad, de fobia o de muchas otras cosas que son nuestros fallos que venimos repitiéndolos de por vida. Tenemos que hacer consciencia de esta necesidad. Enterarnos del poder que nos ha sido dado y hacer uso de él para nuestro beneficio y beneficio de los demás. Mucho de lo que consideremos de feliz o infeliz este Nuevo Año dependerá de nuestra actitud frente a la vida y de poner en práctica los consejos que en este sitio se producen.
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Características de la gente feliz

gente feliz
La gente feliz se ha ganado la mala fama de ser asociada a personas con escasa capacidad intelectual. Dicho de otra manera, se dice que mientras más ignorante eres también eres más feliz. Esto lo ha desmentido una prestigiosa abogada que se convirtió en escritora e investigadora sobre teorías acerca de la felicidad, Gretchen Rubin al analizar varios estudios que confirman que inteligencia y ser felices son condiciones totalmente independientes.

Cuando conocemos una persona feliz, nos parece que no vive el la realidad y que su mundo es un mundo distinto. De ahí la reacción de nuestro subconsciente a pensar que la gente feliz es molesta y estúpida. Pero esta reacción es producto de nuestra propia insatisfacción, es decir de nuestra infelicidad. Según Gretchen Rubin. "La mayoría de la gente encuentra a las personas felices mucho más agradables que las menos felices. Y agrega que las personas que van con una sonrisa y buena disposición por la vida, se las ve como más amables, cálidas, menos egoístas e incluso más atractivas físicamente. Las personas felices tienen más amigos y más apoyo social que las menos felices. En cuanto al matrimonio, les es más fácil obtenerlo, permanecer en él, y se sienten más satisfechos. Los estudios analizados muestran que incluso una sonrisa artificial, inducida, trae emociones más felices, y un experimento reciente sugiere que las personas que usan botox son menos propensas a la ira, porque no pueden hacer los gestos de enojo"

Estas características me recuerdan mucho a dos compañeros de viaje cuando todo se les venía en contra. Se les había dañado el vehículo y no había manera de arreglarlo para continuar, además el clima no les era favorable, pues llovía de forma persistente. Mientras el uno se empeñaba en verlo todo negro el otro comenzó a dar gracias a Dios. El primero insultaba, blasfemaba, maldecía su propia vida, la de sus antepasados  y la de los demás acompañantes. El segundo Hacía todo lo posible por encontrar  una solución y una sonrisa se dibujaba en su rostro pensando en su interior que todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios. Al mirar su sonrisa el furibundo compañero irrumpió en cólera pensando que éste se reía de él y comenzó a agredirle verbalmente con abundante vocabulario soez, entre lo cual decía que su compañero era estúpido, falto de realidad, iluso y despreciable, acompañando con epítetos característicos de la gente de su calaña.  
En este pequeño e ilustrativo pasaje encontramos la diferencia entre gente feliz y gente insatisfecha llena de dolor y amargura. Una de las enseñanzas del Maestro de los maestros, dice: "Si el árbol es bueno, dará buen fruto; si el árbol es malo, dará mal fruto; pues el árbol se conoce por su fruto. ¿Cómo pueden decir cosas buenas, si ustedes mismos son malos? De lo que abunda en el corazón, habla la boca El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en él, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en él.  Y yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de cualquier palabra inútil que hayan pronunciado.   Pues por tus propias palabras serás juzgado, y declarado inocente o culpable." 
Impresiona esto de: de la abundancia del corazón habla la boca. Cuando se nos va la lengua y maldecimos  nuestra condición, o maldecimos a nuestros semejantes, sería bueno auscultarnos a nosotros mismos en lo profundo de nuestro ser. ¿Qué abunda allí? ¿Qué hay en nuestro interior? ¿Quién gobierna esas emociones? Muchas cosas que decimos las decimos sin pensarlas y cuando las hemos dicho ya hemos causado daño. Pero además de causar daño a nuestro prójimo, también nos hacemos daño a nosotros mismos. En primera instancia nos sentimos miserables por nuestra conducta y nos quitamos felicidad al perder la paz. Y en segundo lugar añadimos más desgracias al diario vivir porque según los estudiosos de la ley de atracción, atraemos a nosotros esas maledicencias, esa amargura, ese resentimiento y ese dolor acumulado, y nuestra vida empeora en vez de mejorar. Algo que confirma la escritura bíblica al decir que lo que sale de la boca del hombre es lo que contamina al hombre. Dicho de otra manera si confesamos con nuestra boca que nos somos gente infeliz o que somos desgraciados, seguiremos siendo infelices y desgraciados, si decimos con nuestros labios que somos pobres y miserables, seguiremos siendo pobres y miserables, y así sucesivamente.
No hay gente más feliz como aquella que siempre confiesa felicidad, aunque las circunstancias sean adversas y aunque todos se opongan a sus creencias. Hay muchos ejemplos de esto y si observamos a las personas con detenimiento comprobaremos que es así.
Por eso para este Nuevo Año, en el que hacemos tantos nuevos propósitos os invito a añadir una tarea más en la lista: practicar la sonrisa, practicar decir cosas buenas de nuestros compañeros, de nuestros familiares, practicar agradecer a Dios por las cosas que pasan aunque no sean de nuestro agrado, agradecer a Dios  por nuestro trabajo, por nuestro jefe, por nuestra esposa, por nuestros hijos. Los de la Ley de Atracción dicen que agradecen al Universo, pero el Universo es materia, igual que una piedra o una montaña o un árbol. Es preferible agradecer al que hizo el Universo.  


Por lo tanto, cuiden mucho su comportamiento. No vivan neciamente, sino con sabiduría.  Aprovechen bien este momento decisivo, porque los días son malos.  No actúen tontamente; procuren entender cuál es la voluntad del Señor. 
No se emborrachen, pues eso lleva al desenfreno; al contrario,llénense del Espíritu Santo. 
Háblense unos a otros con salmos, himnos y cantos espirituales, y canten y alaben de todo corazón al Señor. 
Den siempre gracias a Dios el Padre por todas las cosas, en elnombre de nuestro Señor Jesucristo. Efesios 5: 15-20

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Cómo ser feliz cuando has roto con tu pareja

Mucha gente tiene que afrontar una separación de relaciones en su vida. De hecho, la tónica sentimental es  sentir una mezcla terrible de inseguridad, negación, ira y rechazo general. En definitiva, infelicidad. Esto es normal por un período de tiempo. Pero es necesario superar el estado de ánimo, para que no se haga crónico en nuestra vida emocional. Enumero algunas cosas que podemos hacer para salir de nuestro estado de infelicidad en un tiempo lo más corto posible. No es recomendable que esperes a que se te pase sin hacer nada.

  1. Hacer ejercicio físico


Aunque recomendable, si tienes más tiempo y dinero, no necesariamente tienes que ir a un gimnasio, pero sí es indispensable  un poco de ejercicio.

Treinta minutos de caminata enérgica, aeróbicos, o levantamiento de pesas, viene muy bien para cambiar el ánimo. Está demostrado que el ejercicio libera endorfinas, u hormonas de la felicidad. Esto hará que nos sintamos más seguros de nosotros mismos, nos dan algo en qué concentrarnos, nos hacen sentir mejor cuando empezamos a cumplir con las metas y estamos físicamente en forma. El ejercicio es una excelente terapia para la salud mental. Pruébalo y veras como despejas la cabeza.

  1. Cortar  definitivamente las relaciones


Muchas parejas  dicen  “Quedamos como amigos”. Pero es mejor aceptar la cruda realidad, para sentirnos más felices y no arrastrar penas. Hay que distanciarse totalmente, eliminar cualquier tentación de contacto. Borrar su número de teléfono, eliminar fotografías, cartas, regalos. Muchos que “quedan de amigos” vuelven a tener problemas mayores.

Las cosas pueden ser muy duras cuando hemos sido abandonados, pero lo importante es que hayamos aprendido algo positivo de la relación que acaba de fenecer. Si somos capaces de reformular nuestros pensamiento en términos positivos, veremos algo bueno que nos da la vida y  que nos ayudará a sentirnos más felices.

  1. Hablar con alguien de confianza y centrarnos en objetivos


Si tenemos un confidente ya sea un miembro de la familia, un amigo cercano o cualquier otra persona que sintamos que no nos puede traicionar, y que nos comprenda, porque los sentimientos no se expresan con palabras, pero hablar con alguien produce un efecto de descarga, por ese motivo si hablamos con alguien sobre cómo nos sentimos nos dará fuerza para seguir adelante.

Por otro lado aferrarnos aún más a nuestro trabajo, aficiones, entretenimientos, o cualquier otra cosa que nos haga tener motivos para seguir. Hará canalizar nuestra energía hacia otras partes de nuestra. Así pensaremos menos en lo que pasó, y la felicidad llegará más rápidamente.

Estos sencillos consejos, si los hacemos, harán de nosotros hombres y mujeres más fuertes, para enfrentarnos a los rompimientos de relaciones entre parejas.

En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. 1 Juan. 4:18

Ser feliz aquí, y ahora

Aunque muchos han usado este cuento para escenificar algún problema, quisiera compartir con los lectores, la misma analogía para nuestros problemas del diario vivir. Con lo cual uno puede mejorar su predisposición para ser feliz.

CAPERUCITA, LA ABUELA Y EL LOBO DECIDEN PONER FIN A SUS  CONFLICTOS.

“Cansados de tanto desequilibrio, estos tres personajes deciden poner fin a sus problemas y solucionarlos definitivamente.

Tanto es así que caperucita prometió nunca más caminar por oscuros bosques y entretenerse con las flores y los pájaros, para no tentar a lobos que se esconden y devoran niñas.  La abuela decidió comprar un departamento en la ciudad donde habían vecinos, médicos, transporte y tiendas. Prometió nunca más dejar entrar a desconocidos en su casa para que no tenga que llevarse sorpresas desagradables. También contrató a una asistenta para que su nieta no tenga que andar largos caminos llevando comida y correr muchos peligros atravesando las bosques.

Por último el Lobo decidió que no era su oficio el meterse en camas ajenas usando disfraces para comerse niñas  extraviadas y devorar abuelas y engañar a la gente tratando de acomodar su ronca voz. Desde ahora quería ser él mismo. Sin disfraces. Cazar conejos, correr libremente por el bosque, aullar a todo pulmón anunciando su presencia en las lunas llenas y mantener unida  a su manada usando toda su valentía e inteligencia. Ser feliz con su misma realidad y dejarse de cuentos”

Según la OMS, para el año 2020 la angustia y la depresión serán la segunda causa de discapacidad en el mundo. La angustia y la depresión son todo lo contrario de la felicidad. Pero para curarnos necesitamos reconocer nuestro problema. Admitir que no somos felices con nuestra situación, que al igual que el lobo del cuento andamos disfrazados y en el fondo de nuestra alma existe un desconsuelo, una angustia que ahoga nuestro respirar.

Anhelamos cambiar, soñamos con despertar a un mundo mejor pero cuando vemos la realidad que nos rodea sentimos que la vida no tiene sentido. Odiamos a menudo lo que hacemos porque lo hacemos por obligación, hemos perdido el entusiasmo y la alegría.

Aunque vivir en realidad no cuesta tanto, estamos metidos en muchos compromisos y conflictos y éstos no nos dejan en paz, porque nunca imaginamos que nos pudieran derrumbar las cosas que en principio parecían que nos iban a dar felicidad.

Si tan solo pudiéramos quitarnos ese disfraz y reconocer con valentía que necesitamos ayuda. Pero nos da vergüenza decir lo que sentimos, tenemos miedo a cambiar, hay algo que nos impide y lo vamos postergando.

Es importante que arreglemos los problemas, no es necesario que los contemos a todo el mundo, pero sí que necesitamos afrontarlos con valentía y poner fin a esta situación que por cierto está minando nuestro yo interior.  Necesitamos tener el coraje de aceptar que nuestra felicidad y nuestros sueños no los hemos alcanzado, que algunas decisiones y compromisos que hemos adquirido han sido erróneos,  y que a lo mejor hay cosas que hemos hecho para satisfacer los deseos de los demás en manera desmedida y los sueños que teníamos cuando éramos más jóvenes han quedado pisoteados por el inclemente paso del tiempo que nos hemos tomado en postergarlos.  No hay alivio más grande que comenzar a ser lo que uno es.

"Una persona feliz no es una persona en determinadas circunstancias, sino una persona con determinadas actitudes." — Hugh Downs