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¿Qué es el estrés?


Se dice que la palabra estrés que hoy usamos para referirnos al tan popularizado estado emocional, se originó en la metalurgia. Estos materiales sufrían una tensión extrema al ser golpeados por los forjadores para hacer de ellos las herramientas o piezas que  requería la industria. De igual manera cuando el ser humano es golpeado por problemas y circunstancias en la vida sufre una tensión en su estado emocional.
En 1930 Hans Selye, un estudiante de 20 años observó que todos los pacientes a quienes estudiaba, aparte de la enfermedad propia, presentaban síntomas comunes y generales como: cansancio, pérdida del apetito, baja de peso, astenia, desánimo, etc. Esto llamó mucho la atención a Selye, quien lo denominó el "Síndrome de estar Enfermo".
Nótese que Seyle no dice que el paciente está enfermo, sino que tiene un síndrome de estar enfermo, o sea, es una enfermedad no real, producida por la mente.  Por este motivo lo llaman enfermedad psicológica.
Lo cierto es que el resultado de estas reacciones a lo que llamamos estrés es muy útil para nuestra supervivencia. Ya que éstas reacciones nos preparan para afrontar los peligros. Por ejemplo si nos va a tropellar un vehículo, salimos corriendo sin pensarlo, es una reacción violenta que nos puede salvar la vida y en muchos otros casos reaccionamos de forma rápida, si nos ataca un perro, si vamos a caer en un agujero, si nos quieren asaltar por el camino, etc.
El problema  del estrés  es cuando las mismas reacciones que nos pueden salvar la vida se nos convierten en un enemigo mortal y afectan en realidad a la parte física del organismo. Es decir lo que comenzó mentalmente al final acaba por afectar al cuerpo.
Para muchos de nosotros, las condiciones de vida, las presiones económicas por deudas o por falta de recursos, la sobrecarga de trabajo, el ambiente competitivo en la vida diaria, en el trabajo, en los estudios, en la familia, etc., son circunstancias que se perciben inconscientemente como amenazas de peligro extremo. Esto nos lleva a reaccionar a la defensiva como si de un peligro real se tratara, tornándonos irritables, inseguros, llenos de ansiedad,  y sufriendo consecuencias nocivas sobre todo el organismo como son la elevación de la presión sanguínea (hipertensión arterial), gastritis y úlceras en el estómago y el intestino, disminución de la función renal, problemas del sueño, agotamiento o fatiga y alteraciones del apetito.
Tratamiento del estrés
Aquellos que tiene la suerte de acudir a un médico, éste puede recomendar alguna psicoterapia, o puede recetar el uso de medicamentos tranquilizantes, antidepresivos o betabloqueadores como solución a corto plazo. Sin embargo para muchos expertos en el tema el uso de los medicamentos no es una buena solución a largo plazo. Como tampoco es buena solución ingerir bebidas alcohólicas, ya que muchos que no quieren ir al médico optan por drogarse ellos mismos, sea con alcohol  o cigarrillos o cualquier droga que encuentren a su alcance.
Para quienes quieren mejorar a largo plazo y de manera segura. Tienen que comprometerse a trabajar por su propia salud, informándose muy bien y tomando algunas recomendaciones de expertos en la materia. Tener siempre a disposición una válvula de escape;  por ejemplo, hacer gimnasia o algún pasatiempo, fomentar la amistad para tener amigos con quienes compartir situaciones de su vida tanto  buenas como lo malas. Aprender técnicas de relajación, evitar el uso de tranquilizantes o alcohol para hacer frente a las situaciones de estrés
Se debe tener muy presente, que para cuadros de estrés causados por factores negativos fuertes, es frecuente que éste se acompañe de un proceso depresivo que deberá ser atendido simultáneamente por un médico.
Quienes creemos  Dios y hemos experimentado ese contacto  personal, debemos recordar que el Señor nunca nos dejará ni nos desamparará. Que pasemos los problemas que pasemos ya están en el conocimiento de nuestro Dios y que no pasan desapercibidos para Él. Que Él tiene cuidado de las aves del cielo y de las flores del campo y que también tiene cuidado de nosotros. Porque el estrés comienza con algo imaginario, algo no real, comienza en nuestra mente y es un ataque del enemigo que nos pone toda clase de dudas, para que nos sintamos solos, desamparados, desgraciados, olvidados de la mano de Dios. Como el enemigo no puede tocarnos, porque así dice Dios, que no nos puede tocar. Entonces nos ataca a nuestra mente, a nuestros pensamientos, para hacernos dudar. Por tanto es necesaria la fidelidad al Señor para siempre estar protegidos. Porque el enemigo anda como león rugiente esperando que alguien saque la cabeza para devorarlo. Entonces cuidemos de asomar nuestra cabeza a la desobediencia, porque las consecuencias son muy graves, ya que Satanás no tiene misericordia de sus víctimas.

Cómo ser feliz cuando has roto con tu pareja

Mucha gente tiene que afrontar una separación de relaciones en su vida. De hecho, la tónica sentimental es  sentir una mezcla terrible de inseguridad, negación, ira y rechazo general. En definitiva, infelicidad. Esto es normal por un período de tiempo. Pero es necesario superar el estado de ánimo, para que no se haga crónico en nuestra vida emocional. Enumero algunas cosas que podemos hacer para salir de nuestro estado de infelicidad en un tiempo lo más corto posible. No es recomendable que esperes a que se te pase sin hacer nada.

  1. Hacer ejercicio físico


Aunque recomendable, si tienes más tiempo y dinero, no necesariamente tienes que ir a un gimnasio, pero sí es indispensable  un poco de ejercicio.

Treinta minutos de caminata enérgica, aeróbicos, o levantamiento de pesas, viene muy bien para cambiar el ánimo. Está demostrado que el ejercicio libera endorfinas, u hormonas de la felicidad. Esto hará que nos sintamos más seguros de nosotros mismos, nos dan algo en qué concentrarnos, nos hacen sentir mejor cuando empezamos a cumplir con las metas y estamos físicamente en forma. El ejercicio es una excelente terapia para la salud mental. Pruébalo y veras como despejas la cabeza.

  1. Cortar  definitivamente las relaciones


Muchas parejas  dicen  “Quedamos como amigos”. Pero es mejor aceptar la cruda realidad, para sentirnos más felices y no arrastrar penas. Hay que distanciarse totalmente, eliminar cualquier tentación de contacto. Borrar su número de teléfono, eliminar fotografías, cartas, regalos. Muchos que “quedan de amigos” vuelven a tener problemas mayores.

Las cosas pueden ser muy duras cuando hemos sido abandonados, pero lo importante es que hayamos aprendido algo positivo de la relación que acaba de fenecer. Si somos capaces de reformular nuestros pensamiento en términos positivos, veremos algo bueno que nos da la vida y  que nos ayudará a sentirnos más felices.

  1. Hablar con alguien de confianza y centrarnos en objetivos


Si tenemos un confidente ya sea un miembro de la familia, un amigo cercano o cualquier otra persona que sintamos que no nos puede traicionar, y que nos comprenda, porque los sentimientos no se expresan con palabras, pero hablar con alguien produce un efecto de descarga, por ese motivo si hablamos con alguien sobre cómo nos sentimos nos dará fuerza para seguir adelante.

Por otro lado aferrarnos aún más a nuestro trabajo, aficiones, entretenimientos, o cualquier otra cosa que nos haga tener motivos para seguir. Hará canalizar nuestra energía hacia otras partes de nuestra. Así pensaremos menos en lo que pasó, y la felicidad llegará más rápidamente.

Estos sencillos consejos, si los hacemos, harán de nosotros hombres y mujeres más fuertes, para enfrentarnos a los rompimientos de relaciones entre parejas.

En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. 1 Juan. 4:18

La imaginación nos hace felices

Estaba observando a unos niños jugar en una calle poco transitada, jugaban al fútbol, y ponían toda su imaginación. Dos bolsas de sus cuadernos eran un arco de fútbol donde tapaba el guardameta. Los bordillos de las aceras eran las líneas del campo y una marca de brea que cruzaba la calle era lo que les marcaba el medio campo. Una pelota muy,  muy vieja con remiendos que se salían era el balón más oficial que el oficial. Unos gritos de júbilo, unas cuantas caídas unas cuantas patadas a la bola y a las canillas, llenaba la calle de euforia feliz,  como si de una liga de campeones se tratase. De cualquier ángulo que miraba solo veía sonrisas y caras llenas de felicidad.

Esta observación me transportó a las edades de mi infancia en donde no me hacía falta nada aún careciendo de todo. También jugaba en una calle aunque de suelo sin asfalto y gritábamos con júbilo cuando hacíamos un gol. Igualmente la imaginación de un niño es poderosa, y  poníamos los mejores y famosos nombres a nuestros equipos, hasta teníamos uno que hacía de locutor deportivo.

Seguramente, pero completamente seguro que mi madre tenía una crisis enorme y en casa se hacía notar, pero recuerdo momentos tan felices de mi vida en la calle del barrio con la pelota de fútbol, que hasta asociaba la calle con mi segundo hogar.

Hoy los tiempos han cambiado, estamos en una crisis mundial pero gracias a Dios algunos tenemos el pan cotidiano, tenemos salud estable dentro de lo que cabe, bienes materiales innumerables comparados con aquella época. Muchas de las cosas que tenemos ni siquiera las necesitamos.

¿Qué nos impide ser felices?

Cuando usamos la imaginación podemos "ver sin ver", somos capaces de reproducir  imágenes de todo cuanto queramos, ya sean  reales  o falsas.

Un día el Maestro de Galilea, tomó un niño entre sus brazos y dijo a los adultos: “si no os volvéis como niños, no podréis entrar en reino de los Cielos” Tal vez porque los niños son capaces de crear felicidad donde no la hay para nosotros los adultos.

Organiza tu vida, serás más feliz

Organizarse no solo implica establecer un horario de actividades, ordenar nuestra habitación o más o menos llevar un control de lo que hacemos.

Verdaderamente si logramos organizarnos en todos los aspectos de nuestra vida, podremos liberarnos y llegar a independizarnos, vamos a conseguir un equilibrio en nuestra vida y podremos romper con las ataduras que nos impiden disfrutar nuestra vida con aquellos seres que amamos, con nuestra familia, con nuestros amigos. Vamos a poder hacer las cosas que nos gustan y nos vamos sentir que nosotros controlamos nuestro tiempo y no que él nos controle a nosotros.

Una persona organizada puede conseguir mucho más rápido sus objetivos y disfrutar de sus logros, sean éstos de carácter laboral, deportivo, social, familiar o económico.

Una persona organizada siente más seguridad en su vida y tiene más estabilidad emocional, que otra que es desorganizada que busca siempre lo que no encuentra.

Un padre y una madre organizados, tienen más  tiempo para cuidar de sus hijos  que unos padres que anden con mucha prisa a carreras de aquí para allá.

Un hombre organizado, tiene más oportunidad de ganar dinero, porque puede organizar sus fianzas, controlar sus gatos y establecer prioridades.

Todas estas y otras innumerables ventajas de una vida organizada harán que nosotros tengamos una vida más satisfactoria y por tanto más feliz. La felicidad, tan anhelada y buscada, hay que construirla sentando unas bases sólidas, buscar la felicidad no es cuestión del azar, la verdadera felicidad viene como fruto de nuestro trabajo y esfuerzo. Porque cuando hemos terminado una tarea que nos ha sido muy difícil de realizarla y hemos tardado mucho tiempo en conseguirla, y nos ha dado muchos dolores de cabeza, y sentíamos la necesidad de de terminarla. Sentimos en lo profundo de nuestro ser, ese indescriptible sentimiento tan buscado de satisfacción, de haber concluido una “proeza casi heráldica” que nos hace estar orgullosos de lo que podemos alcanzar.

Por tanto si queremos construir una felicidad duradera en el tiempo empecemos por organizar nuestra vida. Busquemos cuales son las causas de nuestra insatisfacción, anotemos en una libreta, para que estén presentes y comencemos, pero comencemos de verdad a tratar cada uno de los aspectos que hemos apuntado. Leí en un foro de alguien que decía que “ser feliz es casi un imposible” Pero si somos sinceros con nosotros mismos:

¿Cuántas veces nos hemos propuesto comenzar y terminar un curso de alguna materia, o especialidad, y no lo hemos hecho?

Asimismo, podemos afirmar: ¿Qué estamos haciendo por nuestra felicidad? Al igual que el dinero, la felicidad no aparece en la lluvia o en los árboles. Nos toca conseguir dinero y a veces  por qué no, la mayoría de veces  nos resulta complicado. Pues podríamos afirmar que somos infelices porque no trabajamos en esa área de nuestra vida, o estamos enfocados de distinta manera, o desconocemos  forma de actuar para lograr el objetivo. Pero esto no es nuestra culpa muchas veces. Hemos sido instruidos  formados y preparados para conseguir dinero a través de un “buen puesto de trabajo estable” o por medio algún negocio, o por medio de algún cargo público y toda nuestra atención ha estado enfocado en lo que nos inculcaron consciente o inconscientemente. Y algunos nos hemos enfrascado en el objetivo del dinero y ha estado en nuestra mente  solo ese objetivo, porque tal vez pensábamos que si llegáramos a tener mucho dinero tendríamos también la felicidad. Parece que dentro muy adentro, en lo profundo  de nosotros existe ese concepto asociado de dinero igual felicidad. O más dinero, más felicidad. Pero para muchos que habrán vivido ya algún tiempo y pasado por algunas etapas de la vida se dará cuenta que no es del todo cierto tal concepto. Para mi forma de ver la vida, el dinero es un parte importante de nuestra satisfacción, pero no lo es todo. Siempre nos falta algo.

Un día un hombre a quien más admiro sin haberle conocido físicamente, le dijo a una mujer de Samaria con la cual estaban dialogando sobre el agua de un pozo. “Quien bebiere de esta agua volverá a tener sed, mas aquél que bebiere del agua que yo le daré,  no tendrá sed jamás” el agua del pozo, representa a las cosas materiales que humanamente se pueden conseguir, dicho en otras palabras, el dinero. El agua de la que habla aquél varón es la parte que nos falta para alcanzar la verdadera felicidad.